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Visiones preciosistas

Contemplando la exposición de Juan Alberto Díaz, la primera impresión es que se trata de una muestra de pintura hiperrealista. Unos cuadros en los que la precisión de la pincelada consigue reproducir la realidad con más fidelidad que la fotografía, al igual que la tendencia extrema de la pintura realista originada en Estados Unidos a finales de los sesenta.

Pero al realizar una visión más detenida se comprueba que esta exposición es preciosista, ya que cuando se escudriña esas imágenes de espacios de Gran Canaria que el espectador conoce, comprueba con asombro que se han eliminado los detalles del original que no eran estéticos, logrando que a diferencia del hiperrealismo, la pintura no sólo reproduzca el original con más fidelidad sino con más belleza.

Esta es la quincuagésima tercera exposición de Juan Alberto Díaz, en la que presenta cuarenta cuadros, todos los que tiene en su haber, ya que lo que ha pintado lo ha vendido. El pintor tamaraceitero confiesa su condición de autodidacta y afirma con orgullo que al único pintor al que vio pintar fue a Jesús Arencibia cuando tan sólo tenía doce años.

En los cuadros se aprecia la belleza del Archipiélago con más claridad que en las fotografías. Paisajes de Fuerteventura, la finca de Osorio, la laurisilva gomera, el Roque Nublo, el monumento a Ambrosio Hurtado de Mendoza de la plaza de las ranas, la Playa de las Canteras y en particular la Parroquia matriz de San Juan Bautista que se encuentra en el casco histórico de Arucas, son algunas de las imágenes que Díaz ha plasmado al óleo sobre el lienzo. En concreto la parroquia de estilo neogótico de Arucas es la protagonista de tres cuadros en los que se la contempla desde diferentes puntos de vista, porque en la obra de Juan Alberto Díaz este templo ha jugado un papel similar al de la Catedral de Nuestra Señora de Ruan en la de Claude Monet, ya que el artista lleva viviendo en la "ciudad de las flores" desde hace veinticinco años, justo los que lleva dedicados a la pintura, en los que ha realizado sesenta y cuatro cuadros, declarando que cada uno es distinto al otro porque siempre le encuentra un ángulo diferente a la iglesia.

Además de imágenes del presente, la exposición cuenta con algún que otro recuerdo del pasado, como una visión del ya lamentablemente desaparecido puente de palo que antiguamente unía los barrios de Triana y de Vegueta. La particularidad de la foto es que el barranco del Guiniguada se encuentra cubierto de agua como si de un río se tratase. Instrumentos musicales, bodegones con vegetales canarios, viviendas típicas que reflejan la arquitectura vernácula más humilde y una especie endémica de las Islas Canarias, el verol, cuelgan junto a un guiño en el que su creador revela su faceta cinéfila de amante del cine clásico con un cuadro en el que Marilyn Monroe aparece vestida con un saco de arpillera de papas. Se trata de uno de los reclamos publicitarios más inauditos de la historia, realizado en 1951 por uno de los principales estudios de cine, la Twentieth Century Fox, que decidió demostrar que la actriz revelación estaría sexy vestida con cualquier cosa.

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