Aitana Sánchez-Gijón ofreció anoche una magistral Medea en el Cuyás. Salió tres veces a saludar y el público cumplió con sentidas ovaciones y bravos, se comió el escenario. Si Medea se deja el alma, la actriz pierde la voz desde el momento que nace entre gemidos, vive entre sollozos y mata entre alaridos. Es teatro de alta calidad, puro, pero al final, como Pou con su Sócrates, necesitó acudir al micro que enriqueció y aclaró más aún la noche.