La Provincia - Diario de Las Palmas

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Desde mi isla

Crónica de una sentencia anunciada

Por sus hechos los conoceréis...

Qué pensar de una Abogada del Estado que dice que el conocido eslogan "Hacienda somos todos" es solo un truco publicitario? ¿Qué pensar, entonces, de aquel viejo eslogan veraniego: "Cuando el campo se quema, algo suyo se quema"? ¿Cómo podemos aceptar la cantinela de que todos los españoles somos iguales ante la ley? Para afirmar la falacia publicitada, no hay ejemplo más adecuado que el caso Nóos. En la negra aventura de una corrupta empresa privativa, los dos socios Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón han burlado ostensiblemente sus deberes fiscales con la Hacienda Pública (con mayúscula), ofendiendo colateralmente a todos los españoles. Ahora los defensores de estos personajes tratan de borrar el pecado apoyándose en el abrigo invernal que les da la vergonzosa sentencia Botín, haciendo jurisprudencia de una malvada -a conciencia- resolución judicial convirtiendo en bueno, para todo, el apellido de la persona favorecida: botín.

¿En qué quedamos? ¿De quién es el bosque que se involucra y defiende? Aplicado al caso que me ocupa, no cabe duda que es una clara metáfora que envuelve a los Duques, ocultándoseles tras las hojas del verde bosque, que eso sí, de ninguna manera es de todos. Quede claro. Para condes y duques todavía quedan los castillos, que ya no defienden territorios sino que mantienen a distancia a las clases sociales, aferrados a las centenarias tierras, regadas con el sudor y la sangre de la plebe, pero también con "la sal con que los nobles castigan, arrasando esos campos donde mi padre trabaja" (Cantar del Mío Cid).

¿Cómo pudo ser que Humboldt, pasando por Lanzarote, confundiera un castillo con una gran piedra negra?

De lo anterior podemos deducir, escorados en el caso Nóos, que eso de que los españoles somos iguales ante la ley es una solemne mentira, una palabra equívoca más, que se arropa tras otra palabra impura: democracia. Aquí tenemos a un fiscal del Estado que en vez de acusador se convierte en defensor, en jueces que no ocultan sus tendencias, altos funcionarios de Hacienda que unen esfuerzos para liberar de cualquier condena a una desacreditada Cristina, a la que se le caen las paredes de su castillo. La labor es difícil y puede seguir enfangando una justicia achacosa, que reclama una reforma urgente que corte su constante deterioro.

¿Qué diferencia hay entre la Pantoja y Cristina? Hay muchas similitudes en sus casos y en estos momentos Pantoja cumple condena en la cárcel y Julián Muñoz ha apalabrado una celda para hacerla su morada por largo tiempo. Pero Pantoja es una cantante excelente, que pertenece al pueblo llano, a la que admiran millones de personas. Saldrá de la cárcel con la cabeza bien alta tras pagar su culpa. ¿Goza de la misma simpatía Cristina? ¿Ayudará la sentencia definitiva a reivindicar el papel de la justicia o seguirá alimentando ese oscuro pozo negro donde se deposita la desigualdad de los españoles? ¿Podrá Cristina con una sentencia exculpatoria que no convenza, salir a la calle, también, con la cabeza alta?

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