Un atento lector de la calle Carvajal avisa. Todas las mañanas se encuentra a un transeúnte durmiendo en la marquesina de la guagua de la Avenida Marítima, frente a su domicilio. El hombre barbado disfruta de unos maravillosos amaneceres desde su improvisada cama mientras los usuarios del transporte público se sientan a esperar en los salientes de las ventanas, o se quedan de pie, alejados del oloroso dormitorio. Estampas de la calle.