Para todos los deportes, por ser cosa buena, se guarda ese "pisquito" de amor y el orgullo que merece la lucha de la juventud por aumentar su valor ya sea de forma aficionada o profesional. Aquí entre ellos, aparte del baloncesto ascendente con instalación envidiable y equipo destacado hasta de forma internacional, es el fútbol quien, aunque con trompicones y sobresaltos moviliza a multitudes en su no menos monumental escenario de competición, hasta el extremo de que ahora, aun con cerca de casi un mes sin actividad local, se respiran aires de acontecimiento, no solo por la inmediatez de la visita del Barcelona a la UD sino por los dos encuentros que va librar en Madrid y Sevilla. Ya quisiéramos que mañana los amarillos, aparte del alarmante suma y sigue del descuido inicial del 0-1 ante el Celta, redondearan un partido como es el en que lograron meterse al público en el bolsillo, someter al hasta entonces amenazante adversario, y vencerle (2-1) con los goles de, Jonathan (penalti) y de Willian que recordándonos al va viejo pistolero del cine aquel de vaqueros que "donde ponía el ojo ponía la bala" nos induce a pedirle permiso para aplicarle el sobrenombre de "Willy el Niño" porque él, hasta ahora, "donde pone el ojo está metiendo la bola" y, como en esta ocasión, incluso casi sentado.

Aun con esa valiosa y merecida victoria estamos agrupados entre aquellos a quienes se les quema el faldón trasero por no llevar bien la cuenta de los puntos como son Levante, Betis, Español, Granada, Real Sociedad, Las Palmas, Gijón y hasta Valencia que nos apeó de chiripa de la copa haciendo llorar al niño, y luego a nosotros en la liga, permitiendo que el Gijón saliera de Mestalla con tres puntos que aumentaron los dolos isleños atenuados ¡menos mal! el domingo último a costa del vigués de las sorpresas. Nunca alabaremos cuanto merece esa victoria última sobre el Celta que nos hace revivir un montón de sensaciones.

En definitiva que entre ladrillo y ladrillo se han repuesto unas fuerzas cara a Madrid donde espera un "Rayo no sé de qué voltaje". Hay dos nubes a la misma altura dispuestas a descargar. No sé si van a salir rayos y centellas a favor de uno, o dulces plátanos en favor del otro. ¡Ahí es nada enfrentar intereses de Paco Jémez con los de Quique Setién quienes en 90 minutos han de abrir como un gran roscón de Reyes sin saber para quien serán los puntos escondidos en su interior. De ellos pudiera salir la clave para permanecer o no. Importante partido. No hay ni duda ni seguridad aunque el presidente la tenga integral.

Para afrontarlo con mejores perspectivas se le ganó al Celta. Ahora falta la continuación con una alegría y una pena.

La alegría porque (repetimos) copiando aquello del vaquero pistolero que donde ponía el ojo mandaba la bala, se acaba de rebautizar a Willian José (con permiso eclesiástico) para tener entre nosotros al brasileño bajo el sobrenombre de "Willy el Niño" porque también se ve que "donde pone el ojo mete la bola". Y la pena nos queda aún, temporalmente, porque cuando el presidente, cansado de verse recriminado por no fichar para media o defensa a alguien que neutralizara recortando avances ajenos y deshiciera peligros con buenos recortes, y se lio la manta a la cabeza preguntándose -¿Recortes?... ¿recortes dicen? ¡Ahora verán!- Y fichó a Montoro diciendo- ¡Ese sí que sabe recortar, y recorta bien!

Con Montoro en juego estaría preocupado hasta el Barcelona.

Lo malo es que Montoro se lesionó. Una pena.