Los Niños Cantores de Viena, dirigidos por Manolo Cagnin, ofrecieron anoche en el Alfredo Kraus un agradable concierto. En efecto, sus voces elevan el alma por momentos. Buena parte del público que salía con su resonancia interior acabó haciendo cola en el aparcamiento de El Rincón. Y el gozo en un pozo. Una sola máquina de lectura de tiques permitió asistir a otro concierto de malestar y lamentos con todo tipo de voces: graves y agudas.