Otra vez ha ocurrido, ahora le ha tocado a Bruselas. Lamentablemente nos estamos acostumbrando a ver el horror como algo habitual. Hay un montón de incógnitas y una sola certeza: volverán a actuar y cada vez con más virulencia. Curioso mundo en el que vivimos: el hombre quiere llegar a vivir en Marte pero todavía se está dando tortazos con el vecino.

¿Podremos llegar a entendernos? Por ahora no; el color del cristal de las ópticas es muy diferente: unos debido a la intransigencia por sus creencias religiosas se han quedado en el Paleolítico, y otros, se creen los papás del mundo queriendo "educar" a sus hijastros como si fuesen monos de feria (y encima les roban los caramelos). Difícil solución tiene el asunto: EE UU creó al monstruo para que combatiese contra Bashar al-Asad; Turquía también se apuntó al festín proporcionándoles armas para que acabasen con sus enemigos kurdos. Siria es ahora la "chica guapa" que todos quieren sacar a bailar (claro, los gasoductos y oleoductos no tienen nada que ver).

La única salida posible es el respeto entre culturas diferentes: no les vendamos armas, no vayamos a "instaurarles democracias", no ridiculicemos sus creencias. Que sigan su camino y nosotros el nuestro.