El italiano Simone Vebber volvió al ciclo del Auditorio con un curioso programa de Mozart y Beethoven, nada significativos como autores de música para órgano. Tal vez por ello, la mitad de las cuatro obras ofrecidas fueron transcripciones que, generalmente, nada añaden a la pieza ni al instrumento. Las dos originales nacieron para "órgano mecánico", mucho más ambiciosa la Fantasía en fa menor K.608 escrita por Mozart el año de su muerte, que la Suite de Beethoven, por entonces veinteañero, que hace el num.33 de su catálogo sin número de opus. Desborda la primera las limitaciones del instrumento en medios técnicos y grandeza sonora, por lo que goza de justa fama; mientras que la segunda se mueve en dos teclados manuales con innegable transparencia y encanto. Ambos genios llamaban "reloj mecánico" a esta modalidad del órgano. El intérprete estuvo magnìfico en la digitación y la selección de registros.
Las 12 Variaciones sobre la canción infantil Ah, vous dirai-je maman nacieron para piano en la etapa parisina de Mozart (22 años). No es una obra maestra, pero seduce por la fácil secuencia de una consumada técnica de variación, certeramente registradas por Vebber en la luminosa alegría de los aflautados, la poética del modo menor y la tumultuosa energía conclusiva.
No tiene sentido transcribir en su integridad la Quinta Sinfonía de Beethoven cuando es tan rico en historia y presente el repertorio genuino del órgano. Algunos tempi vertiginosos, casi desbocados, dejaron escapar borrones en la digitación del primer movimiento y ahogaron en una cierta monotonía la tímbrica orquestal del modelo. Lo mejor de la velada fue el bis: una tanda de siete variaciones sobre la citada canción infantil francesa (probable trabajo del propio Vebber, como la transcripción de la Quinta) que derrocha imaginación atonal, colorística y rítmica, con clara intencion lúdica y un virtuosismo magistral.
