Querido Campo de Los Llanos de Bandama: te dirijo esta misiva con afecto, o mejor, con el cariño, fruto de nuestra relación ininterrumpida durante casi sesenta años.
Naciste entre higueras y con olor a retama recién cortada; juntos hemos crecido y vivido tal cantidad de historias que podríamos llenar páginas y páginas que, quizás, en algún momento me animaré a rememorar. Atrás has ido dejando a tantos que, día tras día, acariciaban tus verdes mejillas mientras se sentían observados por tus dieciocho ojos y a los que, siempre atento, les hacías un guiño para indicarles por dónde ir "¡Hacia Telde, que cae hacia Telde!". Eres noble y prolijo en cuanto a nombres, unas veces metes miedo y te llaman El Sustito, otras en honor a tú creador, Mackenzie Ross, están los que hacen alusión a días de vino y rosas como El Tunante y, así, uno tras otro para, ya con la lengua fuera, acabar en El Sediento. Muchos, en los duros días de invierno, pensamos cómo debes reírte al recibirnos entre la niebla y el frío helador, observándonos, mientras cuchicheamos detrás de los ventanales, preguntándonos si finalmente te decidirías y nos dejaras jugar contigo o, más bien, contra ti; siempre manteniendo el respeto debido a quien te está esperando para cobrarse una nueva presa y, así, día tras día, año tras año, llegar hasta el día de hoy en el que te has hecho mayor.
Es hora de mirar atrás, porque ese club que te parió cumple ciento veinticinco años ¡ahí es nada! Y tú, tan fresco, como quien no quiere la cosa. Tu padre, " Lomo del Polvo", vino a este mundo allá por Altavista donde también fijó su residencia, un soleado día de diciembre de 1891. Ya queda lejos aquella efeméride en la que ilustres nombres actuaron como padrinos de bautismo, espero, querido amigo, que la memoria no me falle para no olvidar a ninguno: Bryan Melland, E. C. Baker, R. C. Mitto, Richard R. Blandy, Mayor Thomas , Alexander Ferguson y el Reverendo Hutchinson. Desde aquellos días en los que se asistía con expectación tanto a la llegada de la nueva madera Brassie o del revolucionario hierro Niblick, hasta hoy, se han ido cosechando triunfo tras triunfo, éxito tras éxito y, desde luego, te ha hecho poder disfrutar del honor que supone hacerte acreedor de ser el club decano de España.
Has hecho felices a generaciones enteras que te entendieron y supieron interpretar tus arrugas, esas que con el paso del tiempo te han hecho más noble si cabe.
Hoy, más que nunca, me identifico contigo y aprovecho para mostrarte mi agradecimiento por haberme presentado a mis mejores amigos, que también son los tuyos, que perdurarán a través del tiempo hasta que algún día demos el relevo a los que seguirán cuidando de ti con el mismo cariño y empeño que lo hemos hecho nosotros. El que está acostumbrado a viajar, y el golfista lo está, sabe que es necesario partir algún día, entretanto, me despido, querido amigo, sólo hasta mañana cuando, como cada día, me acercaré al campo del honor para decirte, una vez más, que muchos somos los que te queremos.
