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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Miedo y cansancio

Por primera vez en su vida la preocupación no era un espectáculo interno, sino el sonido angustioso de algo que se acercaba a toda prisa, algo que intuía que no podría frenar. Eran la edad y las hijas, sin duda. Por primera vez le preocupaba casi angustiosamente el resultado de unas elecciones y sentía sobre los hombros el hielo de un cansancio paralizante. Intentó leer, y en una página del periódico encontró otra reliquia, un manifiesto de gentes que -supongo- eran de una inequívoca izquierdas y que pedían una alianza electoral entre Podemos e Izquierda Unida. Muy ilusionante. El coordinador de IUC afirmaba que la colaboración electoral era muy factible sobre programas de gobierno casi univitelinos, casi fraternales, casi indistinguibles. Es posible que una parte sustancial de las bases de Izquierda Unida sufra severas (y justificadísimas) reservas sobre el proyecto político y la inspiración ideológica de Podemos, pero casi todos sus dirigentes y muchos de sus cuadros no. Para ellos una conjunción electoral con los de Pablo Iglesias y los suyos es su penúltima oportunidad. La penúltima oportunidad para ser diputados, o senadores, o directores generales o almirantes de la Mar Océana. Me recuerdan a los jóvenes tigres y tigresas del PCE después de la abrumadora victoria socialista de 1982, los enriquecurieles o las pilarbravos, que vieron en el carrillismo la penúltima etapa del comunismo y se pasaron a la socialdemocracia: ¿por qué debían dejar pudrir su talento en el sótano oscuro de un PCE refutado por la Historia? Claro que la comparativa resulta deprimente. Ventura Pérez no es precisamente un Enrique Curiel ni Mery Pita una Pilar Bravo.

El miedo. Porque optar por una derecha pútrida, ineficaz, catolicorra y lagarterana es casi tan disparatado como hacerlo por una conjunción de izquierdas cuyas propuestas son básicamente retórica licuefacta con tropezones de unicornios y piruletas de regaliz. Palabristas excelsos que han descubierto que la metáfora inepta es la mejor: todo el mundo la entiende y malinterpreta de inmediato. Europeístas enfebrecidos y al mismo tiempo sentidos nacionalistas españoles, socialdemócratas y simultáneamente revolucionarios, admiradores de los ejércitos y de la patria, seguidores de grandes y pequeños partidos de fútbol, Antonio Gramsci y Josep Pedrerol cualquier cosa y la contraria son válidas mientras se conquista y conserve el poder. ¿Votar por una socialdemocracia envejecida que no se mueve a la izquierda o a la derecha sino todo lo contrario? ¿O a un partido ferozmente personalista donde el perímetro torácico de su presidente parece el principal argumento negociador? Se encogió de hombros. Deslizó los ojos hacia un artículo del profesor Jesús Fernández-Villaverde: argumentos, cifras, ecuaciones, gráficos. Advierte que para mantener la sostenibilidad fiscal del Estado español habría que recortar unos 38.000 millones de euros. Sin piedad. Sin esta amputación será imposible mantener las pensiones, el sistema de salud y la chancletera educación pública que idiotiza a los hijos de las clases medias. La solución, por supuesto, pasaría por una federalización fiscal y tributaria de la UE y la emisión de eurobonos, pero en esta campaña, como en las anteriores, no se citará a Europa, vieja dama desconocida y ahora irreconocible. El hombre sacudió la cabeza, pero el miedo y el cansancio seguían ahí.

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