La Provincia - Diario de Las Palmas

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Viviendo en San Borondón

La educación que nos separa

Los sistemas educativos que la izquierda ideológica ha logrado imponer a la sociedad, se han demostrado un fracaso sin paliativos. Los sucesivos informes PISA lo certifican, por más que políticos y sindicalistas interesados pretendan desvirtuarlos para defender lo indefendible. El trato cotidiano con los jóvenes y hablar con los docentes de sus experiencias en las aulas, evidencia el creciente desastre educativo sin necesidad de que ningún experto internacional lo corrobore.

Como en otras tantas cosas, la imposición ideológica de lo políticamente correcto ha lanzado una cortina de humo sobre el auténtico drama social que se padece, al dar por científicas y probadas las opiniones de tantos "desertores de la tiza" ejerciendo de pedagogos. Muy probablemente por primera vez en la historia, muchos hijos están menos formados que sus padres, aunque estén, o puedan estar, más titulados que sus progenitores.

Ya no vale para progresar en la escala social, como valía antaño, el sacrificio y el esfuerzo individual en los estudios. Conviene recordar que gran parte de los profesionales y empresarios destacados de mediana edad, incluso los viejos políticos, lo son por su propio esfuerzo. Muchos han salido de familias con pocos recursos económicos y pudieron estudiar gracias a las becas que debían merecer, curso tras curso, por su rendimiento académico con calificaciones no tan vagas como un "progresa adecuadamente". Con su esfuerzo diario corespondían al sacrificio económico de la sociedad, que vía impuestos los financiaba. No era un presunto derecho igualitario al que se accedía gracias a la obligación legal de estar sentados en las aulas, había además que merecerlo y demostrarlo para ser renovado.

Pero esa realidad de antaño está hoy denostada por los miembros de la "secta pedagógica", que para la materialización de sus ideologías políticas, han logrado confundir a mucha gente e imponer sus criterios. Han pervertido el lenguaje con una jerga de lo que es políticamente correcto, aunque curso tras curso se incremente el fracaso escolar y se demuestre el error de sus teorías pedagógicas. El número de sus víctimas crece y crece sin cesar y sin remedio.

En Canarias, por ejemplo, partidos autodenominados de mucho progreso han ocupado la Consejería de Educación desde hace décadas. ¿Cómo se atreven a seguir hablando de educación progresista cuando es la autonomía con mayor tasa de abandono temprano de los alumnos? ¿es progresismo condenar a una gran cantidad de jóvenes al paro y a la falta de formación y de oportunidades? Hubo expertos en educación, aunque esos partidos gobernantes los tildaron de malintencionados, que ya advirtieron en su día que esos partidos querían futuros votantes de mucho progreso, aunque para ello los condenaran a ser medio analfabetos funcionales sin criterio propio y a vivir de las subvenciones graciables, forma disimulada de comprar votos para lograr cargos y sueldos públicos.

Como se está en permanente campaña política y no es seguro que no haya que ir a un tercer proceso electoral, la plataforma "La educación que nos une", ha lanzado la iniciativa que denomina "Diálogo por la Educación". Hace unos años, en Canarias, a algo muy similar lo llamaron "Pacto por la Educación". Proclaman que el objetivo es impulsar una ley educativa estable, elaborada con la participación de toda la comunidad educativa. ¡Bellas palabras!

Pero esta plataforma no nace para buscar lo mejor para los alumnos, es una estructura al más puro estilo de infiltración política en la sociedad civil y con un evidente y declarado sesgo ideológico. En su página web puede leerse su ideario, redactado al más puro estilo libertario por los integrantes de la plataforma Stop Ley Wert, ya el nombre lo aclara todo, que integra organizaciones como ATTAC, Juventud sin Futuro, Red IRES, Ecologistas en Acción, Movimientos de Renovación Pedagógica, Rosa Sensat, Yo Estudié en la Pública, Foro Mundial de Educación, Oxfam-Intermon, etc.

Cada punto del manifiesto de esta plataforma "La educación que nos une" está escrito de una forma bastante ambigua, para que cada lector interprete lo que mejor estime. Está redactado en lenguaje politiqués, no en vano se reclaman surgidos del movimiento 15M.

Dicen que "porque creemos que la educación, para que sea entendida como tal, ha de ser pública, democrática, inclusiva, coeducativa, científica, ecológica y laica". Mucho se puede hablar y precisar sobre cada uno de estos términos, tan ambiguos como llamativos, pero se deja para comentarios posteriores por razones de espacio.

El tufo totalitario y estatalista, valga la redundancia, es evidente para el que quiera verlo en profundidad razonadamente y no sólo con el corazón, por cierto órgano que ellos sitúan a la izquierda de un brazo izquierdo levantado con el puño cerrado. Mejor aún si la camiseta que cubre el pecho lleva la imagen impresa del revolucionario pacifista Ché Guevara.

Sin la menor duda, no es la educación que nos une a todos, aunque a ellos sí porque ellos son "la gente". Es la educación que nos separa, sobre todo a los que creemos que la libertad individual, respetando las normas del Estado de Derecho, está por encima de los "colectivos" totalitarios.

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