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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

Tributo a la radio

Querido amigo: Hace unos días, Jorge Alemán, el conocido comunicador y periodista que dirige el programa "Bienvenido al Club" de UD Radio, me invitó a participar en la tertulia que organiza para esa emisora en el Restaurante "La Marinera" de la Playa de Las Canteras.

Allí me encontré con mi amigo Néstor Doreste de la Orden del Cachorro, además de activista cultural, gastronómico y musical de Los Carusos, un grupo de amigos que nos reunimos una vez al mes para tocar, cantar y yantar a gusto. Al economista Manuel Armas, al empresario de Gáldar Pepe Oliva y a Marcos Cabrera, cantante y compositor que en el año 1968 participó en el Festival de Benidorm codo a codo con cantantes como Julio Iglesias, el ganador ese año con la canción "La vida sigue igual".

Me encanta la radio y soy de los que cuando televisan un partido de futbol, quito la voz y pongo la radio, porque prefiero oírlo con intensidad. Claro que no todos los deportes son radiables..., a ver quién se atreve, por ejemplo, a radiar un partido de pin-pon...

En la tertulia de Jorge hablamos de todo: de música, de economía, de arte y de todo lo que eso conlleva en estos tiempos difíciles.

La radio tiene la frescura y la espontaneidad de lo auténtico, y logra también una relación de intimidad entre la persona que habla y la que escucha que ningún otro medio consigue. Recuerdo aquellos pequeños transistores con los que nos metíamos en la cama por la noche y escuchábamos canciones y opiniones clandestinas debajo de la almohada.

Lola era una amiga que trabajaba en una emisora de radio hace ya algunos años. No era lo que se dice una mujer presumida, pero tenía la costumbre de que, antes de sentarse frente al micrófono, le gustaba estar bien vestida, pintada, peinada y hasta con unas gotitas de perfume.

En aquellos tiempos ser locutora de radio era una profesión privilegiada además de un trabajo bien remunerado. Todavía cuando escucho la radio me imagino que me habla una persona muy elegante.

De noche escucho la radio cuando parece que todo se para y se acaban las prisas. Entonces me dejo llevar por esa voz que me habla al oído y que es capaz de transportarme a otros mundos y otras sensaciones. No sé si quién me habla desde el transistor es consciente de esa relación de intimidad que se establece entre los dos, pero pocas cosas pueden ser tan intensas como ese encuentro a ciegas que se establece entre dos desconocidos en la oscuridad de la noche.

Lola decía que no había un amante tan dulce como la radio: "Te susurra suavemente al oído", decía. "Es la radio bruja que en la profundidad de la noche te habla y respira contigo, se mete en tu cama y te descubre desnuda debajo de la sábana..."

La radio y los periódicos de papel están hechos de la misma materia afectiva, Gregorio, y nunca dejarán de existir.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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