La historia transcurre en unos cursillos de cristiandad en un lugar de retiro espiritual del Archipiélago. El protagonista era, no hace mucho, un alcalde de un municipio de una isla no capitalina de la provincia de Las Palmas. El clima de recogimiento, el examen de conciencia y el cumplir la penitencia llevaron al alcalde en cuestión a preguntar si tenía que devolver lo que había ganado con el urbanismo. La respuesta quedó en el secreto profesional.