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Opinión

El tamaño no importa

El que tiene que ver con la capacidad, experiencia y cualificación para optar a un empleo. El que da competitividad y excelencia a un país. Ese, no importa. Por el contrario, el tamaño de las tragaderas que hay que tener para acceder o mantenerse en el mercado laboral. El que devalúa y empobrece. Ese, sí importa.

Viene a ser la conclusión de varios estudios que resume el auténtico estado de la recuperación española. Para que lo entendamos todos: sueldos a la baja, contrataciones a medias, pagos en B, horas regaladas y de rodillas dando gracias.

A pesar de los descuentos salariales durante la crisis, los candidatos a cubrir un empleo pretenden cobrar demasiado a tenor de lo que opina el 30% de las empresas. Como lo leen y según un informe de Adecco-Infoempleo. Todo un problema que está por encima de la falta de habilidades o la valía del aspirante (22%).

Y esto en un contexto en el que el salario medio por hora en la Unión Europea se sitúa en los 22 euros mientras que en España es de 15 euros, cuantía que a muchos aún les parece un pastón. A los mismos que, en un alarde de sagacidad en los negocios, también se lamentan de lo mal que van las ventas.

Unos lumbreras a los que habrá que explicar que salarios miserables es sinónimo de facturación miserable en sus empresas. Supongo que hasta ellos podrán entender que las familias, con una escasa renta disponible, consumirán con un tamaño que, midiendo a ojo, va de pequeño a minúsculo.

Pero en este informe hay otros datos de traca. Las ofertas de trabajo destinadas a mayores de 45 años solo representan un 4% del total. Es decir, se manda a la papelera virtual al segmento de edad donde la experiencia laboral y las habilidades aprendidas están en su punto más alto.

Otra demostración del desviado olfato de muchos empresarios, que desdeñan a aquellos que más valor añadido pueden aportar a sus negocios y, por tanto, más euros a la caja. Unos linces, oye.

Con todo, el 43% de los trabajadores en activo teme perder su empleo en los próximos meses. Vamos, que los tienen de corbata o de collar según sea el caso. Y no porque la causa sea la previsión de un descenso de la actividad. No, nada que ver.

La razón es que un 74% de los empresarios encuestados pretende sustituir, en cuanto puedan, a los asalariados -muy costosos, como hemos visto- por autónomos y freelance. Porque lo que importa en esta decisión no es otra cosa que el tamaño de esa infamia tan nuestra.

Para qué vamos a pagar las cuotas a la Seguridad Social o a liquidar despidos si hay autónomos que tragan sapos y culebras, a la orden sin horarios, que no enferman, a los que se imponen los precios y que, como se pongan chulos, encima no cobran.

Y mientras esto ocurre, entretenidos que seguimos en campaña. Aguantando discursos huecos, programas imposibles, peleas de gallos, postureos y midiendo el tamaño de la promesa más larga. La que no importa.

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