La tradición historiográfica española suele clasificar sus obras según el espacio que ocupen en ellas las leyendas y elementos fantasiosos, el rigor histórico y las interpretaciones parciales e interesadas de los datos que condicionan la selección y lectura de los documentos. Partimos de esta premisa tras leer "Cuando Tira y Jana vivían en el Sur" sobre la etimología de lugares y sitios del municipio de San Bartolomé de Tirajana, que nos mueve a salir al paso con necesarias precisiones sin pretender cuestionar que la visión de la leyenda con orígenes de transmisión oral excluya el rigor del comunicante ni esta misma seriedad en la documentación discrimine una visión sesgada de los hechos aunque, eso sí, nos haya parecido preocupadamente superficial.

Es compleja la terminología sobre la toponimia u onomástica geográfica de Tirajana en investigadores de la historia de Canarias, que son muchos y de calidad contrastada. Abundan los nombres de Tirajana, Tirahana, Tirahána, Atrahanaca. Hay quienes han enraizado el origen en una supuesta antigua leyenda anterior a la conquista de las Islas protagonizada por una supuesta pareja de gigantes aborígenes llamados Tira y Hana (con hache, no con jota) a los que se atribuye la raíz del topónimo Tirajana? Otros lo centran en el incidente entre ambos supuestos personajes cuando el indígena interpela a su mujer asida en una rama para salvarla tras un accidente con la expresión "¡Tira, Hana!" La vacía argumentación provocó en el Doctor Chil tal mofa que, indignado, le llevó a exclamar: "¡Como si, entonces, los nativos ya hablaran el español!!" Vaciedades anecdóticas de vivencias en una sociedad como, la que vivimos, donde lo aparente, lo virtual y lo simulado sustituye a lo real. Se valora lo anecdótico y superficial al tiempo que se desprecia lo profundo y científicamente cierto, lo que parece palparse desde hace algún tiempo en escritos viciados de historicismo, con manifiesta presunción y petulancia.

De la amplia nómina de estudiosos investigadores y tratadistas sobre la materia seleccionamos al catedrático Juan Álvarez Delgado quien, en "Miscelánea guanche" (1941), escribe sobre la hipótesis etimológica "Tirahánac" o "Atirahánac" (acentuadas llanas) como un compuesto de tir-ahánac, al que le da el significado de "Risco Blanco" y explica que el valor 'risco' o 'roca' está en 'tir' o 'adir', elementos que aparecen en otras formas geográficas canarias relativas a elevaciones, como Tirimaga, Tirma, Tiramasán o Tirimoche, y el valor 'blanco' está en ahánac. (Álvarez Delgado, "Antropónimos de Canarias", Anuario de Estudios Atlánticos, nº 2, 1956).

Para investigar, escribir y propagar la historia de un pueblo es exigible profundización investigadora, rigor en el estudio y perfecto manejo de las fuentes, por lo que Tirajana, su historia y sus orígenes, merecen obligado respeto y un docto continuador de la gran obra que realizó el eminente doctor tirajanero, monseñor don Santiago Cazorla León, prelado de honor del Papa y, sin duda alguna, el mejor cronista oficial que ha tenido en sus anales la Real e Histórica Villa de San Bartolomé de Tirajana.