Entré y esperé turno. La enfermera salió, saludó brevemente y pidió paciencia. En su rostro había preocupación. Debía estar atendiendo a una persona especial, pensé; se acercó y comentó que estaba con una paciente. Intuí que la señora no estaría bien, la miré e hice el típico gesto de "así es la vida". Me entretuve leyendo y cuando salí de mi ensimismamiento giré la cabeza y a mi lado había una mujer de pelo largo que no había visto jamás. Ella en su móvil, yo en un periódico. De pronto entró en la consulta una amiga de ambas que alborozada exclamó: "Por fin, Juani, ahí la tiene". Nos miramos con perplejidad. No entendía nada. "Vamos a ver, ¿ustedes no se conocen?", negó ella y negué yo. "Llevas años tratando de hablar con esa persona que tienes a tu lado y ni te enteras". Más asombro.

El siguiente gesto fue abrazarme. El otro preguntarme si me acordaba de ella. Le dije que no. Para darle crédito a lo que me contaría más tarde rescató del móvil la foto de una página de LA PROVINCIA en la que una mujer que nada tenía que ver con la que estaba a mi lado relataba la situación de drogadicción de su hijo. Tenía 14 años. Acudió a la redacción a pedir ayuda y el reportaje que me mostraba se publicó en 2006. Pedía ingresarlo en un centro pero sirvió de poco, de hecho diez años después sigue en prisión pagando por sus estropicios a lo largo de los años. En ese momento lo entendí todo. Quería dar las gracias, para eso me buscaba. Más tarde, entre café y café, contó lo que había sufrido. Aquella página solo sirvió para que por unos días viviera esperanzada pensando que la Administración lo acogería, pero no fue así. El mundo de las drogas y su curación parte de la implicación del afectado pero el chico ya había iniciado una carrera indómita.

Si no menciono el nombre real de Juani es para cubrir a hijos que viven lejos de las miserias del hermano. Aún vive prisionera de la drogadicción de su hijo, al que visita en la cárcel. El pelo largo que luce no es real, el sufrimiento lo arrasó todo. Ese día hablamos mucho; no recordando siquiera donde se hizo la entrevista, no la engañé. Demasiados muertos vivientes para recordarlos. El encuentro casual me devolvió el peor rostro de la droga.

Y éste era un niño.