La Provincia - Diario de Las Palmas

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Piedra lunar

Las Palmas s. XIX (El Gabinete)

Una ciudad nunca se termina de construir tanto en su proyección urbana y social como en el conocimiento de su pasado. La historia de nuestra capital, aparte de las múltiples monografías que se han realizado, queda enriquecida con la obra Cultura, ciencia y sociabilidad en Las Palmas de Gran Canaria en el siglo XIX (Mercurio editorial, 2016), aportación de Mari Carmen Naranjo Santana, producto de su premiada tesis doctoral (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, 2014). Este trabajo ahonda en aspectos que desvelan hechos y dinámicas en los que podemos ver las fortalezas y debilidades de nuestra sociedad capitalina en un pasado que llega hasta nuestro presente. "La vida que dejamos atrás", dice Kundera en La ignorancia, "tiene la mala costumbre de salir de las sombras, de presentarnos algunas quejas y de imponernos sus juicios". El trabajo de Naranjo nos pone sobre la mesa el proceso de creación de dos entidades culturales (Gabinete Literario y Museo Canario) en el contexto de una época en el que todo el tejido social es analizado con detalle. Una pincelada analítica sobre la larga etapa del Antiguo Régimen es el punto de arranque que nos lleva al tránsito al liberalismo (XIX), con el consecuente cambio en las mentalidades sociales. Si nos centramos en la creación del Gabinete Literario, podemos ver su espíritu emprendedor, que con la fusión de distintas entidades lleva aparejado objetivos de mejoras colectivas (fomento de las letras, las artes, la educación y lo asociativo, además de apoyo a iniciativas sociales y urbanas). Todo ello convertido en un espejo de distinción social, construcción ideológica y creación cultural y de ocio propiciado por la burguesía. En este sentido, y es lo relevante de este trabajo, se pone de manifiesto cómo se construyen las mentalidades sociales, que trasciende la simple aportación descriptiva para desvelar la intrahistoria de los grupos de poder a la hora de articular la creación de los círculos culturales, sin que quede al margen el compromiso político. La sociedad canaria del XIX, ubicada en el ámbito urbano, coloca los sillares de su identidad y quiere emular las corrientes que existen en otros ámbitos (Madrid; Sevilla, Cádiz). Un ejemplo es la celebración del Bicentenario de Calderón de la Barca, acontecimiento cultural que alcanza renombre en este ámbito periférico. O la construcción del teatro Tirso de Molina, que como tal infraestructura se convierte en un referente de poder cultural, en sus vertientes formativas y de ocio. Los protagonistas de estas acciones culturales, con su influencia ideológica específica, son muchos de los que hoy se alzan en el callejero de la ciudad, patriotas amantes de su tierra y comprometidos con el progreso ciudadano. No se obvia el análisis sociológico al subrayar el alto grado de analfabetismo, hecho que genera una bipolarización social de la que nos viene a librar la tardía creación de los centros educativos, pero que en parte es suplida por las entidades culturales que emergen en la sociedad civil.

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