Nadie dijo que vivir es fácil. Pero puede valer la pena.

Algunos analistas señalan que la aceleración de los cambios está provocando un nuevo paradigma social y político, del que destacan la ruptura de varios de los pactos que nos han permitido vivir en paz y desarrollo en los últimos 50 años.

El primero de los pactos existentes, hoy en crisis, fue el que cristalizó un sistema fiscal que habilitó el Estado de Bienestar y que se ha roto con el liberalismo económico a ultranza, los paraísos fiscales, y posiblemente un proceso de globalización demasiado rápido, sin los suficientes elementos compensadores y muy diseñado e influenciado por las grandes corporaciones? lo que ha incrementado la diferencia entre pobres y ricos a los niveles de los años 20 (Pikety, 2014), concentrando la riqueza de una forma escandalosa e insostenible, donde el 1% de la población detenta más del 50% de la riqueza del Planeta.

El segundo pacto que se ha roto es el pacto de la lealtad entre la clase política y los ciudadanos. Se ha generalizado la opinión de que los partidos políticos, cada vez más cerrados, son en demasiados casos oficinas de empleo, sin interés en captar a la gente joven-no tan joven, preparada. Que la preocupación de los partidos por los problemas de los ciudadanos es solo táctica.

Que las promesas electorales no son un contrato ni un proyecto meditado, son el resultado de lo que dicen las encuestas de opinión y de lo que los ciudadanos quieren oír. Se generaliza de esta forma la encuesta como instrumento sofisticado de apoyo al populismo, y se sustituye el debate de ideas por espectáculos políticos televisivos sin rigor.

Además, los escándalos derivados de la financiación política han acabado por romper algunos lazos de confianza, y en algunos casos, se vota no por adherirse y confiar en un proyecto ilusionante de futuro, sino por el menos malo. La votación a favor de un partido empieza a ser, no cuestión de amor ni de creencia en un proyecto de futuro, sino la elección del mal menor.

El tercer pacto que se está quebrando es del hombre con la tierra. El patrón consumista de usar y tirar, el desarrollo tecnológico acelerado y sin consciencia, el crecimiento demográfico brutal ha multiplicado los efectos de las acciones del hombre sobre la tierra, y nuestro Planeta no ha hecho sino empezar a devolvernos el dolor de sus heridas, entre otras formas, con el calentamiento y la subida de los mares. Y en vez de luchar por sanar a nuestra querida madre tierra , ahora soñamos con colonizar Marte.

El cuarto Pacto que cimentó la época de paz de la postguerra fue el de la solidaridad interregional e internacional: los proyectos supranacionales ilusionantes que tuvieron su comienzo en el Plan Marshall, la creación de las Naciones Unidas y sus Agencias, el proceso de descolonización, la Declaración de los Derechos Humanos y la propia Unión Europea eran vectores fuerza que apuntaban a que había un lugar en el mundo para todos. Hoy, muchos de ellos son proyectos desdibujados que hay que refundir y actualizar para que nos vuelvan a ilusionar y sean operativos.

El lío catalán o el brexit son derivadas de este fenómeno. (La creencia de que solos estamos mejor).

En el caso de Canarias, muchos asistimos perplejos y cabreados a la ruptura del pacto de lealtad interinsular e intermunicipal, pacto por el cual se apoyaba a las islas más necesitadas, entonces las mal llamadas menores, con un fondo de solidaridad (del 5%), cuando eran más pobres en términos de renta per cápita. Y se les sobrerrepresentaban en términos políticos en el parlamento para estimular su desarrollo. También se establecería una cocapitalidad real equilibrada y compartida, y se primaba el esfuerzo, pero sobre todo la igualdad de todos los canarios.

Ahora la situación ha cambiado drásticamente, y Gran Canaria con el 40% de la población de las Islas registra la mayor bolsa y tasa de desempleo de Canarias y existe un sentimiento creciente de marginación y cabreo. Y en términos de Renta per Cápita está por detrás de Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife, concentra los mayores problemas sociales del Archipiélago y la más baja calidad de vida, en un proceso de divergencia con el resto de archipiélago que se está aumentando.

Hoy vemos con asombro los que defendemos la idea CCAA como un proyecto solidario que cada vez más los partidos -pueblos -islas, solo defienden a su tribu local, y cómo el pacto regional se difumina por los intereses insularistas más insolidarios, perdiéndose el concepto de que todos los canarios son iguales en sus derechos, sean de la isla que sean.

Se esconden las cuentas financieras y los datos insularizados de inversiones realizadas, los efectivos de la CCAA por islas, el stock de capital público, se deciden las inversiones por clientelismo , como en el ICTE,? la Ley de Sedes se incumple flagrantemente y la representación de los cargos públicos no es por capacidades profesionales-liderazgo-equilibrio - proyecto común, sino por un sistema de cuotas insulares -pueblos- partidos -subpartidos -coaligados en el gobierno.

Se está rompiendo aceleradamente la confianza en la CCAA como proyecto, por un sálvese el que pueda y arramble para su isla y su pueblo lo que pueda, para volver a salir elegido por su tribu -partido-isla, y eso es muy grave.

No, como dice la gente joven, es lo siguiente. Es muy muy grave, y si se rompe más aún la confianza, puede ser el fin de algo.

Es decir, estamos juntando algunos elementos para tener la tormenta perfecta. Crisis social donde cada vez más muchos no tienen nada que perder, con su derivación de la violencia implícita y explicita .

Desconfianza en las instituciones y una escandalosa falta de preparación profesional y liderazgo de los políticos para gestionar los entornos y problemas complejos con los que nos enfrentamos. Hecho que se dispara más en Canarias, por ese sistema de clientelismo Isla -Partido -Pueblo.

Cambio climático y falta de solidaridad y proyecto común, tanto a nivel internacional como a pequeña escala, en nuestro caso también insular-local.

Y todo ello en un mundo cada vez más interrelacionado donde no nos podemos desentender de lo que pasa, y no podemos subsistir sin prever el futuro para adaptarnos a los cambios, y por ello nos hacen falta dirigentes - líderes preparados.

Las recetas para un problema complejo son también complejas, pero hay algunos ingredientes que están claros.

Más sentido común y consciente solidaridad, para buscar soluciones complejas en un mundo crecientemente complejo, para que quepamos lo más confortablemente posible en este planeta, los 8.000 millones de seres humanos que seremos dentro de poco. Y en nuestro caso los dos millones y pico de canarios en unos escasos 7.500 km2.

Más esfuerzos de los partidos por tratar que la gente más preparada se interese y se integre en la gestión de lo publico. Los problemas en este mundo complejo exigen preparaciones en los gestores públicos acordes a la naturaleza de los problemas con los que nos enfrentamos, y por supuesto honestidad, proyecto y valores éticos

Más transparencia y justicia en la distribución de los recursos sin privilegios de castas insulares ni de partidos, para generar confianza, y más honestidad real y liderazgo para convencernos de que hay un proyecto colectivo en el que vale la pena seguir embarcados.