Por casualidad en un colegio llamado Dolores (en Santiago de Cuba), Fidel Castro experimentó el dolor, no excesivo, que le causó el cachete del jesuita José María Patac de las Traviesas. Se había hablado largo tiempo sobre que Patac había sido el único hombre que se atrevió a abofetear a Fidel Castro, hasta que el jesuita lo explicó. Patac, aficionado a las fotos toda su vida, estuvo en Cuba de 1937 a 1940. "Cuando le conocí, Fidel tenía 10 años y era uno de los 21 internos. Era muy listo y rápido para todo, y muchas veces le puse 'castigos útiles', como cuentas de dividir complicadas". Un día, después de hacerles foto como la del pirulí, el padre Patac descargó el célebre cachete sobre el joven Castro. "Fue un cachete sin importancia y prueba de ello es que después Fidel quedó bien conmigo", dijo. Castro pasó después al colegio Belén, en La Habana, "donde comenzó a tener preocupaciones sociales. No iba a las excursiones y se quedaba con los empleados del colegio. Y en el primer año de Universidad, se hizo comunista y con algunos de aquellos empleados del colegio y otros más organizó el asalto al cuartel de Moncada, que fue un desastre".