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PAPEL VEGETAL

El fracaso de la izquierda da alas a la extrema derecha populista

Veamos lo que ocurre en Holanda, donde el Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders puede convertirse esta semana en el más votado, por delante del liberal conservador (VVD) del primer ministro, Mark Rutte.

Wilders es racista e islamófobo, pero ¿qué propone a cambio en el terreno social? Entre otras cosas, dar marcha atrás en los recortes del actual Gobierno, que afectan a las personas necesitadas de cuidados y a los mayores, volver a la anterior edad de jubilación y una rebaja general de alquileres.

¿No es un programa que podría suscribir una izquierda merecedora de ese nombre en lugar de permitir que se lo apropie un partido nacionalista y xenófobo como el de Wilders?

Pero la izquierda socialdemócrata va arrastrando en los sondeos, castigada por su alianza a partir de 2012 con el partido de Rutte y el compromiso que adquirió entonces con la política de austeridad de este último.

¿No es al mismo tiempo casual que el VVD de Wilders comenzara por su parte a remontar el vuelo en el otoño de 2015, cuando se encendieron los debates en torno a la política de acogida de refugiados del Gobierno, igual que ocurriría en la vecina Alemania?

En muchos lugares del país se produjeron ataques contra los asilos de refugiados, acompañados de llamamientos de la extrema derecha al cierre de las fronteras a la inmigración.

La retórica xenófoba de Wilders ha ido in crescendo desde entonces y su actual programa incluye reivindicaciones nacionalistas como "Holanda, nuestra otra vez" o "Ni un solicitante de asilo ni un inmigrante más de los países islámicos".

Él mismo declaró a finales del año pasado en una entrevista con el diario sensacionalista Telegraaf: "Queremos volver a ser los dueños de nuestro país y poner fin al tsunami de extranjeros que no tienen nada que hacer entre nosotros".

Decidido a no quedarse atrás, el primer ministro publicó hace semanas una página en los diarios holandeses en la que invitaba a marcharse a todos los que no respetasen las normas que rigen en Holanda.

Son declaraciones claramente demagógicas que reflejan una intolerancia que casa muy mal con el tradicional espíritu de compromiso del pueblo holandés.

Pero es lo que vemos que ocurre también en otras partes: el fracaso de una izquierda absurdamente rendida al neoliberalismo y que parece haber olvidado sus valores acaba dando alas a la derecha más extrema. ¿Y así hasta cuándo?

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