Por fin! Susana Díaz da un paso al frente y presenta el 26 de marzo su candidatura a la secretaria general de PSOE y que será la próxima presidenta del gobierno de España no me cabe la más mínima duda, la cuestión es cuándo, posiblemente en el momento en que Mariano cumpla su segunda legislatura. Con o sin mayoría le va a corresponder tomar el relevo en la jefatura del gobierno y por coincidencia en el tiempo le va tocar lidiar con el toro del independentismo catalán. Ya van calentando motores para una desconexión que más que otra cosa se va pareciendo a un cortocircuito que les dejarán a obscuras por bastante tiempo, a los ciudadanos de allí y del resto de España, pero ¿quien va a empastar esta situación? Posiblemente la Susana socialista, como no podía ser de otra manera, defensora de la unidad de la nación española, de igual forma que ya lo hicieran otrora ilustres socialista españoles. Lo que le espera ni ella misma se lo imagina, ante ese frente antiespañol que de manera recurrente renace para pedir lo que simplemente es un imposible con la constitución actual pero, ¿qué hacer ante semejante desafío? Pues lo que sí sé es lo que no debemos hacer; no podemos tirar por la borda siglos de lucha y convivencia arrojándolos por la borda, suicidándonos como idiotas, lo que tanto nos ha costado conquistar para que ahora vengan algunos espabilados que por tapar sus vergüenzas y montar su propio chiringuito para mayor gloria de un grupo de nacionalistas que han visto en el asunto una amnistía a todas las tropelías cometidas durante décadas.
El que sí ve la luz cada vez con mayor claridad es el Sr. Junqueras que se frota las manos con las sentencias del Tribunal Superior de Cataluña que lo ponen en primera línea de salida en esta carrera hacia ninguna parte, pero que lo colocan en la picota del populismo independentista republicano como nunca antes hubiera soñado.
El gran Arturo, al que presenté en el Gabinete hace años, cuando era el delfín del Molt Honorable Pujol, se le ha condenado a dos años de inhabilitación desde el tribunal Superior de Cataluña convirtiéndose en el primer mártir independentista, con una sentencia buenista, como la que algunos árbitros de fútbol hacen cuando se acoquinan.
Ninguna revolución se anuncia como lo han hecho desde los comandos catalanes. Las revoluciones, como las guerras, si no es para ganarlas mejor no comenzarlas y esta tiene toda la pinta de acabar en un acuerdo económico y, pelillos a la mar, es decir, hasta la próxima crisis para volver a trincar la bolsa del resto de los españoles.
