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EL ANÁLISIS

El espectador y el ciudadano: viceversa

Vivimos, o quizás tiramos adelante, con los pesares de un vertiginoso ritmo informativo, entre otros, ritmos sociales. Estar en la actualidad se ha convertido no en un esfuerzo sosegado, sino de manera insidiosa se conforma como una dedicación laboral más. Así, desde hace un tiempo en TV ha aparecido un nuevo producto: las series. En ocasiones de evasión, las series de suspense mis horas consumen. Lo bueno de la televisión es que cada vez se parece más al cine. Y uno toma la forma del espectador, en su nueva forma de ciudadano y viceversa, intentas observar la narración y si es posible indagar. El espectador y el ciudadano tienen que vivir, tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él.

El suspense, como la política actual, mantiene al lector, al ciudadano, a la expectativa, generalmente en un estado de tensión, de lo que pueda ocurrir, a nosotros, y, por lo tanto, atento al desarrollo del conflicto o nudo de la narración, también llamado boletín oficial del estado. La mayoría de los de a pie, vivimos como el espectador de las series, preocupados por la falta de conocimiento sobre el desarrollo y percepción de los eventos significativos, que van marcando nuestro futuro. Esta incertidumbre y oscuridad respecto del futuro genera implicación, emociones, protestas y miedos. Y no es un misterio lo que va ha ocurrir porque el director, los gobiernos, suelen dar información necesaria previa durante su narración, al espectador, y al público, de acuerdo a su guión de los acontecimientos que se van a ir desarrollando; de esa forma nos tienen todo el tiempo, en este tiempo, a la expectativa. Como el suspense del sistema de pensiones.

Quizás la diferencia entre el espectador y el ciudadano no se sitúe en la posición que ocupan, sino en el papel, que el director, o los gobiernos, le asignan en la narración. En las series televisivas se ha de estimular continuamente la participación del televidente -lo contrario a lo real a muchos de los gobiernos-, proporcionándole pistas del desenlace de la historia. Las series, sin embargo, suelen resolverse de manera totalmente racional, sin que quede ningún cabo suelto, lo contrario a la cosa de lo público, que siempre quedan muchos cabos sueltos. En las series de suspense se debe explicar lógicamente todo, lo contrario a los gobiernos actuales, para que el relato posea la verosimilitud que requiere, sin que el efecto de tensión generado llegue a defraudar al observador, o que el ciudadano disponga de criterios ajustados, El suspense y los gobiernos tienen en común que narran siempre un enigma. Algo, que el espectador y el ciudadano tendrán que descubrir, sintiéndose a veces tontos. Y siempre hay sorpresa si la trama está bien enlazada. Nunca cumplen lo escrito ni los acuerdos, esta es la intriga para el ciudadano, saber cada vez si el que viene cumplirá.

Lo que resulta interesante para el suspense en sí, aparece cuando el relato presenta una focalización espectatorial, es decir, cuando en lugar de privarnos de ciertas informaciones, el narrador puede dar una ventaja cognitiva al espectador por encima de los personajes. No suele ocurrir esto con los gobiernos, más bien, vigilan al público con nuevos medios tecnológicos, como si fueran los posibles malos de la trama. También, otra manera de utilizar el suspense es fragmentar la información que se le da al espectador, sembrándole ciertas dudas que no siempre terminan por resolverse. Al fragmentar la información, el realizador logra que el espectador se genere ciertas expectativas sobre lo que sucederá a continuación en la historia; las mismas serán reformuladas si se confirman como ciertas, produciendo otras mayores, mientras que se crearán nuevas si no se corroboran. Los gobiernos con sus tanteos, véase las primeras declaraciones de la ministra de sanidad o cuando se activan o filtran informaciones sensibles a los medios de comunicación, también suelen distraer a la opinión pública.

Bueno, ha terminado la primera temporada. A esperar la siguiente. En las elecciones por periodos es similar. Es más que una curiosidad, en las series de suspense durante su narración nada está colocado en su sitio. Los honrados y honestos son colocados como los malos y son difamados, y expulsados, generalmente por sus propios compañeros, que son realmente malos, pero honorables a la vista de sociedad. ¡Ya no sé cuál es la viceversa!

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