La Provincia - Diario de Las Palmas

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Juanjo Jiménez

LA MÁQUINA CHINA

Juanjo Jiménez

Échele palma a la cachimba

C ada cierto tiempo, y con la llegada de la primavera, sale a relucir el trasmallo que se forma por la falta de originalidad de la toponimia isleña, tanto en Canarias como en Baleares, a cuenta de la palmera.

Así nos encontramos sin salir de la isla redonda con topónimos como Las Palmas de Gran Canaria, que se fundó como Real de Las Palmas, cuyo lema es Segura tiene la palma y que guarda un barrio que se llama Siete Palmas y otro de solo Tres Palmas; a los que hay que sumar El Palmital y el barranco de La Palma, en Agaete; un Lomo de La Palma en San Bartolomé de Tirajana y otro Lomo de La Palma en Valleseco; o la finca Palma de Quintana en Santa María de Guía, donde aún quedan otras Tres Palmas y un segundo El Palmital. Un El Palmital que no es el último, porque existe un tercer Palmitos Park de vuelta al sur, al que se suma El Palmital Bajo en Telde, y el Palmital Alto en Valsequillo, por donde el Palmeral de San Roque.

Respiramos. Un buchito de café. Y rián por el barranco de Los Palmitos, en Arucas; por una segunda Finca de La Palma en Teror; para finalizar en el Cercado de La Palma, de vuelta a la capital insular justo antes de que nos ataque un picudo rojo.

A tenor de todo ello, y obviando al Palmero sube a la palma, o el explosivo tema de éxito mundial -también disponible en MP3- de Los Tres de Canarias, Sol y mar, verde palmar, se puede deducir que en el lugar que recibe el nombre existía al menos una palmera. Y en este sentido nos debemos felicitar de que no se hallaran otras cosas porque el resultado podría ser aún mucho peor.

Es el tema de la localidad de Pepino, cerca de Talavera de la Reina, en Toledo; el de Cebolla, a solo 30 kilómetros de Pepino; La Pera, en Gerona; El Ajo, en Ávila; y Guarromán, en Jaén, que si bien no es una especie vegetal propiamente dicha, no deja de ser una auténtica putada; aunque más llevadera que Puercas, en Zamora; o Villapene, en Lugo. Y Adiós, en Navarra, con el que despedimos este párrafo.

En el ámbito archipielágico Las Palmas de Gran Canaria es la capital de la provincia de Las Palmas, que compite con la isla de La Palma, otro follón que extrapolado a dimensiones nacionales se topa con Palma de Mallorca, que ya no se llama Palma de Mallorca sino solo Palma desde que su Ayuntamiento aprobó la reducción del nombre en 2016.

Y esta realidad cartográfica es demasiado comistraje para algunos parlamentarios en ayunas que ayer, en un mixturado de botánica, toponimia y algo de recreo debatieron tal potaje con el fin de que personas sin el rumbo claro terminen en destinos no deseados. La diputada socialista de La Palma Victoria Hernández describe un dramático cuadro de confusión que le llega a doler muchísimo, -pero sin aportar un parte médico de la patología-, cuando alguien que va a Palma amanece en La Palma, como al parecer ocurrió hace años con varios turistas intelectuales, y con una grúa que también terminó en La Palma, y no en Palma, que fitetú es a donde iba.

Si se mira bien, todos son ventajas, más gente y más grúas gratis, pero aún así voces del Parlamento, ayer constituido en Parmalento, insinuaron cambios de nombre para la isla entera, consultas a expertos, harakiris toponímicos o la ingesta masiva de Diazepam 500, pero a ninguno se le ocurrió pedir a los guiris que dejen los güisquis, se pongan las gafas y le echen un ojo al mapa.

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