Hará unos seis años que el Plan de Movilidad Urbana Sostenible municipal comenzó a hablar de lo que hoy hemos dado en llamar como MetroGuagua. Este sistema de transporte, conocido internacionalmente como Bus Rapid Transit, consiste en una línea de alta capacidad, con plataforma reservada y prioridad semafórica.

En aras de promover un debate ciudadano al respecto, la asociación solicitó en mayo de 2016 los elementos básicos del proyecto y yo, a su vez, pedí en septiembre pasado una entrevista al concejal responsable, don José Eduardo Ramírez. La idea que manejábamos, avanzada en numerosas conversaciones con los decanos de diversos colegios profesionales y con los catedráticos de proyectos de las facultades respectivas, consistía en lo siguiente:

La información recibida, se solicitaba el anteproyecto o memoria, se trasladaba a los catedráticos para que los alumnos del último curso, durante el primer cuatrimestre lectivo, tradujesen el proyecto en sus diversas variantes (ingenieriles, geográficas, económicas y arquitectónicas) a un lenguaje asequible. Una vez adecuada la información, se hacían diversos paneles que se instalaban durante un mes en un espacio público y central, para, transcurrido ese tiempo, celebrar un conjunto de debates técnico políticos sobre el proyecto. Durante el segundo cuatrimestre los alumnos trabajarían como proyectos de fin de curso o de grado diferentes aspectos de la MetroGuagua. Al acabar el curso, los proyectos serían objeto por un lado de un nuevo debate público y por otro de un concursito, de tal forma que el mejor proyecto de cada especialidad fuera premiado por los colegios.

A día de hoy ni han facilitado la información, solicitada hasta en cuatro ocasiones, ni han concedido la entrevista. Lo cierto es que el proyecto se da por acabado y se transmite a los ciudadanos que solo faltan flecos económicos para empezar su realización.

¿Cómo es posible que el principal proyecto de transformación de nuestra ciudad baja se vaya a acometer sin que se haya producido el más mínimo debate al respecto? Hubo unas jornadas hace años que organizó quien suscribe y en la red se encuentra un resumen de lo que se pretende llevar a cabo, mas no parece de recibo que la ciudad se endeude por 30 años sin comerlo ni beberlo. No se trata de desautorizar el proyecto, ni por asomo. No tenemos elementos de juicio sufi-cientes para sostener tal afirmación. Es perfectamente posible que sea un gran proyecto y además que sea justo lo que la ciudad precisa en este momento de su historia. No entro ni salgo en ello; no tengo datos para pronunciarme.

A día de hoy el Ayuntamiento habla de un coste de 100 millones de euros. El Banco Europeo de Inversiones ha estimado que su coste será de 127 millones; y la experiencia acumulada en la obra pública en nuestro país nos lleva a pensar que nunca bajará de 150 millones si se lleva a cabo. Es decir, que los habitantes de Las Palmas vamos a incrementar nuestra deuda en una cuantía considerable, que no se puede cuantificar en este momento. No sabemos qué parte de la financiación será a crédito y qué parte será subvención. Y aquí hablamos sólo de la obra y la compra de material. Habrá que ver los costes de explotación cómo se equilibran.

Hay dos elementos preocupantes en las discusiones de pasillo sobre el proyecto: que si en Europa solo hay dinero para una obra de este tipo; y que si en Tenerife se instaló el tranvía. Ambos argumentos se descalifican solos. La cuestión nodal es saber si este es el proyecto prioritario para Las Palmas y si el endeudamiento es asumible. Solo un amplio e informado debate ciudadano podría clarificar ambas cuestiones y arrojar luz sobre qué ciudad aspiramos a tener a medio plazo.

Resulta chocante, pero no novedoso, que un consistorio que tanto acento pone sobre el papel en relación con la participación ciudadana sea incapaz de someter el proyecto urbano de mayor importancia en los últimos diez años a un mínimo escrutinio público. Que se siga presumiendo de acceso a la información, transparencia o participación ciudadana empieza a parecer un chiste malo de Piedra Pómez.