La primera tentación que surge es de indignación, después de vergüenza y al final de resignación. En estos tiempos del internet, del wasap y del twitter, hay empresas que obligan a guardar unas colas propias de países en desarrollo, por no decir tercer mundo, y lejos de una ciudad que aspira a la internacionalización. ¿Dónde está la Smart City? ¿Dónde las aplicaciones para las guaguas? Los carnés de estudiante y otros bonos nos retrotraen al siglo pasado. Qué digo el siglo pasado. A los tiempos de las cartillas de racionamiento tras la guerra incivil cuando había que hacer colas por todo. Como se veía en el NODO. Pues así para la guagua.