La Provincia - Diario de Las Palmas

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La bandera

Aunque haya quien quite a la bandera fuerza de sentimientos e historia como símbolo estimulante, también hay quien asuma lo contrario.

Pero cuando andan lejos y dispersos por ahí y ven ondear su bandera, y por añadidura lo están pasando mal, o viven un momento importante de su vida, sienten respetuoso efecto viéndola ondear jugando con el viento.

Yo no sabría explicarles bien por qué soy capaz de sentir emoción cuando veo la bandera de España con la que compartí la mayor parte de los años de mi ya larga vida. De todas formas les revelo una anécdota personal que viví a cuenta de la reacción que me produjo una bandera que, ciertamente, no era la mía .

Desde hace mas de medio siglo disfruto temporadas en Caleta Fuste (Fuerteventura) y Playa Blanca (Lanzarote donde estoy ahora,) playas a las que conocí como quien dice, desnudas y sin espejo donde mirar su primitiva belleza natural. Y recuerdo que en el siglo anterior había una de sus pocas y rústicas casas (hoy es un establecimiento importante de modas) junto al mar de Playa Blanca en la que se instaló un ingles jubilado entre las pocas familias de pescadores . Dicen que fue embajador en la Gran Bretaña.

Le conocí a distancia. No hizo amigos españoles. Nunca pude hablar con él. No saludaba. Apenas salía a pasear junto a lo que todo era risco junto al mar; antes de que estuviera la Avenida Marítima que hizo el Ayuntamiento de Yaiza con Honorio García Bravo.

Pues bien, este señor tenía clavado un largo mástil a la entrada de su casa junto a la de 'Siñó Gregorio' padre de Lorenzo, y cada mañana, de forma ceremonial ,derecho y delgado como un ciprés, izaba la bandera de su nación que ondeaba haciendo frente al viento conejero, hasta que el atardecer la arriaba despidiendo el día y musitándole una oración.

Y ¿saben qué?

Pues que yo lo miraba con respeto aunque con recelo no fuera a ser que este embajador, sin decir ni que nadie le dijera nada, con esa bandera hincada en la roca, creyera poder hacer aquí como se hizo en Gibraltar, hurtándonos un cachito de nuestra tierra como mas adelante sucedió en la isla,o más bien Peña de Peregil, que valiendo poco, mucho o nada, tenía eso sí que sí, el rojo igualda español como documento de identidad por lo que tanto preocupó.

¡Ay bandera, bandera¡ Eres influyente e importante hasta para los que no te quieren. También en el futbol ¡cómo no!; la nacional porque es la de todos, y la de casa porque es la de tu pueblo, ciudad o barrio ,y cuando carga años sobre ti, secando lágrimas o dando color al antepasado y esperanzas al futuro, resulta bastante difícil que quedes impasible si alguien se afana en desteñirla por vejez cuando son los años quienes la engrandecen.

Mañana esa bandera, con victoria o derrota, ondeará en todo el mundo a través del fútbol, deporte en el que es bandera conocida tanto por vieja como por campeona que ha sido. Juegan en Alicante España-Albania en el estadio mundialista José Rico Pérez.

El partido , como todos los internacionales nos traerá otro de los ramalazos de emoción breve pero intensa que promocionan los colores , tanto a los aficionados como a los jugadores con su himno y su bandera. Es posible que de lejos me tilden de exagerado. Pero piénsenlo mañana españoles y albaneses , verdes, amarillos, o blancos.

Ante miles de espectadores, veintidós jugadores en silencio, firmes y tensos mirando... No sé...y pensando cada cual ¿qué? y ¿usted en la grada? . Escucharán la música de su himno, que siendo del equipo de todos al mismo tiempo les llegará más ardoroso que el del Madrid, Barcelona, Sevilla o UD Las Palmas. Inevitable e inexplicable sensación. Parecen representar solo a una nación pero es a cada uno de nosotros. Cada espíritu. Esta vez como siempre Canarias está entre ellos en una tradición que orgullosa y honrosamente mantiene.... ¡Bandera, bandera! Acabas emocionando hasta a los que no creen en ti.

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