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OBSERVATORIO

No hay empleo (ni quizás lo haya)

Estamos abusando de la corrección política, de eslóganes biensonantes: "políticas activas de empleo", "cambio de modelo productivo", "el problema se resuelve con más I+D", etcétera. Ciertamente el trabajo no desaparecerá a causa de la tecnología. Sin embargo, trabajo y empleo no son sinónimos. La cuestión reside en saber si los nuevos empleos que surjan van a querer ser ocupados, en términos de salario, dedicación y desigualdades. ¿Cuál va a ser la sostenibilidad del planeta cuando usemos todas las potencialidades tecnológicas? ¿Cuál será el nuevo orden social en el marco de la digitalización? Preguntas de muy difícil respuesta que no puede ser objeto de futurología barata. Los matemáticos se han visto forzados a enfrentarse a la teoría del caos, conscientes de que predecir el futuro predecible sin unas condiciones iniciales perfectamente definidas, es imposible.

Con todas las ideas que separan los pensamientos de derechas y de izquierdas, es duro constatar que sus respectivos representantes políticos coinciden en la incapacidad o cobardía para asumir la gobernanza de una sociedad postindustrial y globalizada, que ofrece mucho menos empleo que el deseado.

En 1994, André Gorz, sobre el que volveremos, escribía: "La tarea de la economía no es dar trabajo o crear empleo. Su misión es la de poner en marcha de la forma lo más eficaz posible mercancías y servicios, es decir crear la máxima riqueza con la menor cantidad posible de recursos naturales, de capital y de trabajo". Una excelente cabeza socialdemócrata, que consciente de la difícil sostenibilidad del planeta, ha dado lugar al neologismo prosperidad sin crecimiento.

Muchos economistas, que aconsejan a las élites gobernantes, piensan que no hay que preocuparse excesivamente por el efecto del cambio tecnológico en el empleo. Se argumenta que: "Desde los albores de la era industrial, un temor recurrente ha sido que el cambio tecnológico generará desempleo masivo. Los economistas neoclásicos predijeron que esto no sucedería, porque la gente encontraría otros trabajos, aunque posiblemente después de un período largo de ajuste doloroso. En general, esa predicción ha demostrado ser correcta". ¡Definitivamente están en lo cierto sobre el largo período de doloroso ajuste!

Las secuelas de la Revolución Industrial involucraron grandes revoluciones sociales con un número de muertos próximo a los 100 millones. La influencia estabilizadora del Estado de bienestar social moderno surgió sólo después de la Segunda Guerra Mundial, casi 200 años después de los comienzos de la primera Revolución Industrial del siglo XVIII. ¿Están estos economistas minimizando el problema diciéndonos que no nos preocupemos porque en un siglo, o dos, las cosas van a mejorar?

La respuesta desde los sectores tecnológicos de EE UU es que la historia no se repetirá. A pesar de su capacidad tecnológica, allí sí existe una gran preocupación. Mientras Europa se desengancha definitivamente de los desarrollos de la digitalización, el próximo diciembre tendrá lugar en Washington la cumbre Tecnología y empleo en la que, un tanto al margen de los popes macroeconómicos, las grandes asociaciones científicas norteamericanas de la ingeniería digital; las empresas tecnológicas GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon); los grandes institutos multidisciplinarios; y las agencias de la administración americana relacionadas con la competencia de EE UU como país, dejando para los académicos la especulación de si esta vez va a ser o no diferente de otras revoluciones, de forma responsable y adulta van a abordar directamente, desde sus propios conocimientos, los distintos escenarios del impacto de las tecnologías actuales sobre el trabajo; obsérvase que ni siquiera digo empleo.

Aunque queramos ocultarlo, el planteamiento del efecto que la digitalización tiene no es nuevo. El pasado día 17 se cumplieron diez años del último texto de André Gotz ( La salida del capitalismo ya ha empezado) escrito cinco días antes del suicidio que inspiró, en 2012, la impresionante película Amor, en la que Jean-Louis Trintignant interpreta al marido anciano que cuida con amor infinito a su esposa muy dañada por la enfermedad ("Vas a cumplir 82 años, has empequeñecido 6 centímetros, solo pesas 45 kilos. Tú siempre bella, agradable y deseable. Hace 55 años que vivimos juntos y te quiero más que nunca").

Con la sinceridad que da haber tomado decisiones vitales, Gortz escribió que la digitalización lleva a un mundo con empleo muy escaso. El coste del trabajo por unidad de producto disminuye y los precios tienden a bajar. Sin embargo, cuanto más disminuye la cantidad de trabajo, más tiene que aumentar el valor producido por trabajador. La paradoja es que cuanto más aumenta la productividad, más tiene que aumentar ésta para evitar que el volumen de beneficio disminuya. La carrera hacia la productividad tiende a acelerarse, los recursos humanos a reducirse, la presión sobre el personal a endurecerse, el nivel y la masa salarial a disminuir. "La cuestión de la salida del capitalismo nunca ha sido tan actual: se plantea hoy de una manera novedosa y con la necesidad urgente de una radicalidad nueva. Debido a su propio desarrollo, el capitalismo ha alcanzado un límite interno y externo que es incapaz de superar y que le convierte en un sistema que sobrevive gracias a subterfugios a la crisis de sus categorías fundamentales: trabajo, valor y capital".

Además de propagarse por todo el mundo, la digitalización penetra en todos los sectores. Contables, periodistas, abogados, camioneros e incluso trabajadores de la construcción -cuyos trabajos han resistido sin cambios- están enfrentándose a tareas asumibles, en gran parte, digitalmente. Los resultados se apuntan como alarmantes, perturbadores y duraderos. La economía y la sociedad actuales se transformarán de manera significativa, sin que se adivinen adaptaciones simples que disminuyan sus efectos.

Al intentar hacer predicciones vale la pena recordar y ejercitar la cautela practicada por algunos economistas mas prudentes: "Estamos ocupados obsesivamente en negar cualquier interpretación basada en modelos económicos que pretendan producir conclusiones de valor real". Desgraciadamente, la teoría económica dice más acerca de los modelos económicos que producen los economistas que lo nos dicen sobre la realidad económica.

Los científicos e ingenieros americanos temen, y por ello van a debatirlo, que la digitalización cambiará significativamente la vida de muchas personas de tal manera que pueden ser dolorosas y perdurables. Ante estas sospechas no es honrado ponerse de perfil.

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