Poseedora de un Goya a la mejor Actriz Revelación por Tierra y Libertad, de Ken Loach, y con alguna participación en varias joyas del cine patrio, como por ejemplo Juana la loca, de Vicente Aranda, la actriz Rosana Pastor visita el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria para presentar Hora menos, la primera película dirigida por el venezolano Frank Spano, que trata sobre los efectos de la tragedia natural de Vargas en dos mujeres. La cinta está a concurso en el Foro Canario.

- Sabiendo los canarios como saben qué sucedió en la tragedia de Vargas aquella Navidad de 1999, ¿se puede definir Hora menos como una película dura?

- Podemos definirla más como una película poco amable porque, partiendo de una tragedia real, que no se centra en ser fiel a las lluvias torrenciales, las inundaciones y sus consecuencias en Vargas, el director plantea una ficción sobre dos mujeres a las cuales la tragedia las deja a cero, perdiéndolo todo. Ellas vienen de clases sociales muy distintas: una, mi personaje, es una enfermera española casada con un venezolano, y el personaje de Érika Santiago, que es mi compañera, es una malandra, una niña de la calle. La tragedia las une y a partir de ahí rehacen sus vidas, aunque también descubren que tampoco se identificaban con las vidas que antes tenían. A una de ellas la repatrían a España y regresa su tierra natal, a Gran Canaria.

- Tiene razón: no es amable.

- Sí, pero dentro de todo ese drama surgen momentos luminosos, momentos con los que cualquier ser humano puede conectar porque es la búsqueda de dos personas por encontrar su lugar en el mundo. Como le decía antes, ni antes de la tragedia estas dos mujeres habían encontrado su lugar, pero a raíz de esto hallan su camino y descubren el 'yo' que lleva cada una de ellas dentro.

- ¿Cómo le llega este proyecto?

- Pues de manera casual. Uno de los productores me lo ofrece, me dice que es de un director joven, que es venezolano y actor, y que va a dirigir su primera película; cuando leí el guión me gustó, y comencé a tener reuniones con Frank Spano. Fue todo muy fácil, porque trabajar con un director que es actor es muy agradable: sabe cómo tratarnos.

- ¿Precisan a veces los actores de esa complicidad que sólo puede aportar un actor metido a director?

- Es necesaria esa complicidad. En el trabajo del actor, uno debe mirar hacia dentro para poder desarrollar y sacar hacia fuera aquello del personaje que realmente tiene que ver con uno mismo. Ningún actor haría igual el mismo personaje, aunque trabajarán con el mismo guión, porque cada uno lo filtra con su propia experiencia, que es lo que enriquece esta profesión. Esa química con los directores-actores la acabo de experimentar también con Silvia Munt, con la cual acabo de trabajar.

- Curioso, porque quería hablarle ahora de la fuerza que tiene su mirada en el cine y quizá tenga mucho que ver con la de Munt, otra de las grandes miradas de la industria nacional, de las más bonitas, vamos.

- Muchas gracias.

- No se lo digo como piropo fácil: usted tiene una mirada maravillosa.

- Quizá no deba ser yo la persona que hable sobre eso. Me gusta mucho escucharlo, porque para un actor la mirada es uno de los elementos expresivos con los que juega. Pero no sé cuánto ha podido marcar eso mi carrera. Es algo que yo no hago a propósito, pero la mirada es algo que marca y ofrece peculiaridad. Si como actriz alguien me preguntase qué he podido aportar yo al las obras en las que he trabajado, es que cada ser humano está tocado por la vida de una manera y cada uno de nosotros tiene una capacidad para empatizar con el personaje, y a veces me han llegado papeles que han empatizado con el personaje y también con el público. Con esa mirada de la que me habla he podido transmitir al espectador las situaciones y el sufrimiento que vive el personaje.

- Pero también la hemos visto desarrollar alguna mirada de malvada, como por ejemplo en su película con Aranda, que hace un papel de cabroncita, por dejarlo en tibio el insulto.

- Je, je, je... Sí. Me encuentro muy a gusto en los papeles que he interpretado, pero echo de menos que se explote de mí esa parte más perversa, esa parte que tiene que ver más con lo lúdico, que también está ahí, como la tienen todos los seres humanos. Si ahora me dijeran qué me falta por interpretar, diría eso: abundar más en esos personajes con doble lectura y una mirada un poco más esquiva, más desenfadados, más locos de personalidad.

- Pues es cierto lo que dice: usted siempre es esa chica dulce de la película.

- Claro. Cuando hacemos bien un papel, pues sólo te ofrecen ese tipo de papeles.

- Entonces ¿la culpa es suya?

- (Carcajadas) No, no... Pero qué vamos a hacer. Si te contratan para hacer un papel, lo haces lo mejor que puedes. Si no, no te llaman más.

- Ha vuelto a vivir en Valencia, su tierra natal. ¿Eso no la aleja de los circuitos de Madrid y Barcelona, y de los proyectos?

- Las cosas ahora están muy lentas en el cine. Tengo algún proyecto de teatro y hay alguna cosita más de cine que está pendiente. La situación económica ha ralentizado todo, y más para las actrices de determinada edad, que chocan en una industria como la nuestra, donde se arriesga muy poco.