A lfonso Zapico ha conseguido con la segunda parte de La balada del norte, que acaba de publicar la editorial Astiberri , lo que para sus seguidores parecía imposible: superar en todos los aspectos artísticos y literarios al ya de por si sublime primer volumen. El lenguaje del cómic vuelve a ser un medio apropiado para describir de forma sencilla y lúdica un hecho tan importante para la historia, no sólo de España, sino mundial, como la revolución de Asturias, que triunfó entre el 5 y el 19 de octubre de 1934, y que fue el producto de numerosos acontecimientos y decisiones que soliviantaron a la clase obrera durante la II República. Pero si la primera parte exponía los antecedentes coyunturales, explicando la relación entre la aristocracia y las clases obreras a través de la figura de Tristán, hijo de marqueses, y su novia Isolina, de familia humilde, esta segunda entra de lleno en los acontecimientos. Y lo hace con el lenguaje claro y directo, agradable a los sentidos, del noveno arte.

Las viñetas de este volumen son mucho más anchas y espaciadas que su predecesor. Zapico exprime su técnica al máximo para ser coherente con esa máxima fundamental que rige a dos artes tan similares como el cine y el cómic y que consiste en que las palabras se tienen que reducir a la mínima expresión. Y que sean los gestos, los detalles y la imagen los que explique cada una de las situaciones.

El autor asturiano se acerca a un tema clave que ha quedado silenciado, pero que fue el primer brote de lucha obrera en España, un pulso con el gobierno republicano que alimentó el miedo de la derecha y preparó parte del escenario de la posterior Guerra Civil, cuando la minería era una fuerza sólida que inquietaba a los poderes establecidos y se había convertido en una de las grandes concentraciones proletarias de España.

El primer volumen comenzaba en la Navidad de 1933, cuando el Partido Radical gana las elecciones e inicia su alianza con la CEDA, aunque previamente se relatara la historia de España desde el descalabro en Marruecos en 1909 hasta las elecciones de 1933. Esta segunda parte, sin embargo, muestra cómo la revolución triunfa en esta región porque fue en la única en la que la anarquista Confederación Nacional del Trabajo se integraba en la Alianza Obrera de los socialistas, aunque también tuviera que ver en el éxito la minuciosa preparación que llevaron a cabo las organizaciones obreras asturianas. Por este motivo, tras el triunfo, se instaurará el régimen socialista en las localidades de Mieres y Sama de Langreo, y el comunista libertario en Gijón y sobre todo La Felguera.

La revuelta sería duramente reprimida por el gobierno radical de Alejandro Lerroux, contra el que se había lanzado la insurrección por haber dado entrada a tres ministros del partido no republicano CEDA. Un hecho que dio lugar a que también Lluís Companys, que aparece fugazmente en la obra, declarara el mismo 6 de octubre la proclamación del Estado Catalán. Para acabar con los insurrectos, el Estado recurrió, por decisión del general Franco, que dirigió las operaciones militares desde Madrid, a los regulares del Ejército de África y a la Legión del Marruecos español que se emplearon muy duramente con los obreros e incluso se dieron casos saqueos, violaciones y ejecuciones sumarias. Un capítulo fundamental de la obra muestra cómo debió haber sido dicha conversación entre el radical Diego Hidalgo, ministro de la Guerra, con el que luego sería el dictador franquista, que sabe actuar con astucia ante el político aunque previamente este le haya impuesto al general Goderd como su inmediato superior.

A una historia tan dramática que produjo un total de 2000 muertos, Zapico no tiene problemas en añadir numerosas notas de humor constantemente. Así ocurre cuando Apolonio, el expeditivo padre de Isolina, tiene que controlar una zona estratégica encaramado desde la casa de una familia de convicciones muy conservadoras. Las continuas discusiones entre los obreros y los burgueses muestra con claridad lo irreconciliable que parecían aquellas dos Españas.

Otra muestra de su sentido del humor dentro de la tragedia aparece cuando el gobernador, acompañado de representantes del ejército y la iglesia, y ante su torpeza para manejar la situación que atravesaba la comarca, va quitando importancia a la insurrección hasta que una bomba entra por la ventana de su despacho. La obra está trufada de escenas de guerra que hablan por si solas y muestra con detalles cómo fueron los enfrentamientos de los mineros contra la guardia de asalto, los carabineros y la guardia civil que se desarrollan en los cuarteles, la fábrica de armas, o la cárcel. El minucioso trabajo, con detalles de estrategia militar inclusive, recuerda a veces a la también magnífica Los surcos del azar de Paco Roca. Mientras se producen los levantamientos, siguen los trabajos en la mina, pero donde antes se entregaba un sueldo, ahora todo consiste en bonos revolucionarios cuya distribución no se produce de forma muy ortodoxa.

Y es que la historia tampoco cae en maniqueísmo ya que también muestra la serie de medidas absolutamente inapropiadas que se cometieron desde el bando revolucionario a la hora de ejecutar a los religiosos y que fue el precedente más inmediato de la persecución que tuvo lugar en la zona republicana durante la Guerra Civil.

Y es que el resultado de este trabajo es tan elevado en todos los terrenos que se sitúa a una altura muy similar de la que, hasta el momento había sido la obra maestra de Zapico, Dublinés. Pero está prevista una tercer parte, y no nos queremos ni imaginar el resultado. Sea como fuera, este segundo volumen de La balada del Norte, muestra a un grupo de obreros que actuaron con una heroicidad sin precedentes en la historia de España pero que, como ha ocurrido en muchos acontecimientos que han ocurrido en este país, ha sido más reconocida en el extranjero que entre nuestras fronteras. Y es que la importancia de la revolución de Asturias está a una altura similar al de la Comuna de París de 1871, o el Sóviet de Petrogrado de 1917, ya que, aunque fracasara, fue la última revolución social del occidente europeo.