Tras años de indiferencia por parte del Gobierno, las calles y autovías de El Cairo y de otras ciudades se han convertido en una jungla sin reglas, en la que es habitual ver coches circulando en dirección prohibida, estacionados en cualquier esquina o esquivando rudimentarios medios de transporte, como carros tirados por asnos.

En la capital, donde circulan más de un millón de vehículos, muchos ciudadanos sólo se "echan" el cinturón por encima si ven a un agente, y no es raro que los taxis, la mayoría con varios lustros sobre sus ruedas, se queden tirados en medio de las carreteras elevadas y sin arcén que atraviesan la ciudad.

La reforma incluye, además de las clásicas multas por circular sin cinturón de seguridad o por hablar por el móvil al volante, algunos puntos polémicos, como la posibilidad de que se retire el carné durante seis meses por no llevar un botiquín en el coche.

Un oficial de la Administración de Tráfico de El Cairo, que prefirió permanecer en el anonimato, aseguró a Efe que los egipcios quieren que el tráfico mejore, "pero necesitan un pequeño empujón".

El responsable subrayó que los ciudadanos cumplirán la nueva legislación, y recordó que su aplicación no pillará a nadie por sorpresa porque las autoridades llevan dos meses publicitándola.

Por eso, añadió, no habrá moratorias para su entrada en vigor.

En la misma línea, en una entrevista con el diario independiente "Al Wafd", el general Sharif Guma, del Ministerio del Interior, insistió en que la nueva ley de tráfico tiene el propósito "de traer disciplina a las calles egipcias", además de "disuadir a los conductores temerarios".

Mohamed, un taxista de la capital, no se muerde la lengua al afirmar, mientras conduce, "que los que gobiernan son una mafia y dejan que nos comamos unos a otros".

"Dame unas calles decentes y después dame leyes", comentó.

Hatam Siom, vecino de El Cairo, estaciona su coche en uno de los pocos aparcamientos que existen en el centro de la megalópolis.

"El problema es que El Cairo está lleno de coches", asegura Siom, quien cree que la solución a la congestión viaria no pasa por medidas legislativas, sino por un mayor control por parte de los agentes de tráfico y por diseñar una estrategia global que lleve a la población fuera del centro de la ciudad.

Sin embargo, respalda uno de los puntos más polémicos de la ley, la retirada en los próximos tres años de los taxis que tengan más de dos décadas de antigüedad.

Esta medida, asegura, "es mejor para el medioambiente, ya que muchos taxis generan una gran contaminación".

Otra de las novedades controvertidas que incluye la ley es la de obligar a los conductores a llevar, en todo momento, un botiquín en el vehículo y un equipo de señalización por si se produce un accidente, algo que, según Siom, es caro "y muchos no pueden permitirse".

En caso de no tener uno u otro, el usuario se arriesga a un mínimo de seis meses de retirada del carné.

Además, si no utiliza el cinturón o conduce mientras habla por el móvil, la multa podrá llegar a las 300 libras egipcias (35 euros, 54 dólares), si circula en sentido contrario pagará un máximo de 3.000 libras (350 euros, 544 dólares) y, en caso de que un motorista no utilice el casco, deberá abonar 100 libras (12 euros, 18 dólares).

El debate no solo se ha quedado en la calle, sino que ha saltado a los principales medios de comunicación.

Amro al Shobaki, experto del Centro de Estudios Políticos y Estratégicos Al Ahram, predijo en un artículo publicado en el diario independiente "Al Masri Al Youm" que la ley será un fracaso porque "Egipto es el peor ejemplo a la hora de desarrollar reformas económicas y políticas".

Mohamed, el taxista que conduce cada día por la capital, secunda esta idea: "Leyes, leyes; pero si hay mil leyes y nadie las cumple".

Por su parte, el redactor jefe del semanario oficialista "Al Ahram Al Iktisadi", Esam Rifaat, escribió en su publicación que la nueva legislación es un intento "por restaurar el prestigio perdido del Estado, para proteger la vida de la gente y mostrar la cara civilizada del país".

El tiempo, y quizás las multas, darán la razón a unos u a otros.