Al igual que los ratones, hoy son menos un roedor que un periférico informático, la palabra nube corre el riesgo de ver sepultado su tradicional significado por el asociado a internet. Todos hablan de la nube, muchos la alaban, otros advierten de sus riesgos. ¿Pero qué es? La nube informática supone un cambio radical de paradigma, por el que las aplicaciones y los datos que usamos desde nuestras terminales (ordenadores, tabletas, móviles) pasan de almacenarse en nuestros dispositivos para residir en servidores externos. Ese conjunto de servidores recibe el nombre de nube. En cierta forma, nuestros datos y aplicaciones flotan de forma externa a los equipos, se alojan en internet.

El concepto no es tan nuevo, de hecho los webmails (hotmail, gmail...) funcionan así. La bandeja de entrada que guarda los correos no se aloja en ningún ordenador, sino en los servidores de la compañía que provee el servicio. Lo que se propone ahora es generalizar este sistema, de forma que prácticamente todo esté en la nube, hasta las aplicaciones que usemos. El centro del almacenamiento del sistema global sería internet, y los dispositivos pasan a ser terminales para interactuar con él.

Por esto apuestan ya compañías punteras como Apple o Google, que ofrece ya muchas aplicaciones on line o un ordenador que trabajará por norma con la nube. Como gran perjudicada aparece, obviamente, Microsoft, gran proveedor de las suites ofimáticas y otras aplicaciones físicas importantes durante los últimos quince años, que ve amenazado su imperio.

La nube tiene ventajas obvias para usuarios y empresas: sencillez de uso (puedes acceder a los datos desde cualquier terminal, no hay que instalar las aplicaciones, los drivers...) y económicas. Alberto Álvarez, de la empresa de desarrollo de software TAC7, explica que cualquier empresa de reciente creación necesita al menos una aplicación informática y un servidor donde alojarla. La adquisición de un servidor hoy en día supone un coste considerable, más los costes adicionales (mantenimiento, copias se seguridad, etc) y la compra de una aplicación informática, que también acarrea un coste importante (4.000 o 5.000 euros además de tres o cuatro meses de espera para la puesta en marcha).

Frente a esto se impone en la nube el pago por uso y la celeridad. "Una aplicación de gestión empresarial en la nube puede estar disponible para una empresa en tres minutos", señala Álvarez, "y esto es posible ya que se utiliza una aplicación que ya están utilizando otras tantas empresas".

Juan Manuel Castellano, director general de Idecnet, explica los principales temores para migrar a este nuevo sistema. "Son la seguridad y no disponibilidad; la gente piensa que por tener los datos en un sitio accesible por todo el mundo puede haber un riesgo de acceso de otro individuo. En cuanto a la no disponibilidad, no es la primera vez que ocurre, servicios de redes sociales como Whats app se han caído dejando a sus usuarios sin poder disfrutarlos, por eso hay miedo a dar estos pasos", dice.

Castellano distingue entre usar la nube para almacenar tus documentos o ir un paso más allá y también trabajar con aplicaciones on line. Esto es ya más delicado, porque muchas de ellas son servicios gratuitos o que te ofrecen una opción premium, pero ¿qué ocurre si no está disponible la aplicación? Tienes que tener claro con quién trabajas.

También explica que el pago por servicios acoge muy diferentes fórmulas, incluyendo la publicitaria. "Contratas con un proveedor de servicios, y los más comunes son los más generales, como guardar datos. Así, Google te ofrece espacio para almacenar a cambio de soportar publicidad, por ejemplo", finaliza.