El yacimiento al que pertenecen los huesos hallados en Tauro el pasado 14 de agosto podrían ser la clave para desentrañar la técnica con la que los antiguos canarios amortajaban a sus muertos. Así lo reveló ayer el consejero de Cultura del Cabildo grancanario, Larry Álvarez, que también señaló que "todos los indicios apuntan a que se trata de restos prehispánicos que, como mínimo, tienen 500 años".

Los ritos funerarios de los aborígenes ofrecen aún muchas incógnitas a los arqueólogos. A pesar de que las crónicas y los hallazgos físicos han aportado mucha luz, y se sabe que la muerte ocupaba un lugar preeminente en su cultura, se sigue indagando en cómo se enterraban aquellos hombres y mujeres que habitaron las islas antes de la llegada de los europeos. Quién diría a los que pasan su vida desentrañando yacimientos, que el paseo matutino de un padre y su hijo iba a proporcionarles unas pistas inestimables. El descubridor de los huesos, Ricardo Rivero, y su hijo Ricardo, llamaron de inmediato al 112 y, gracias a eso, se han podido preservar. "En estos momentos, los restos que se extrajeron del yacimiento están en el Museo Canario, que es la institución competente en estos casos", señaló el consejero.

En esa primera prospección de urgencia, realizada por la Policía Judicial de la Guardia Civil y adelantada en las páginas de este periódico, se retiraron los restos óseos de dos individuos. Un fémur, dos tibias, dos peronés, un coxal y varias vértebras de un adulto; y restos parciales de un cráneo, "que, por sus características, pudo pertenecer a un niño", aclaró el consejero insular de Cultura.

El día 16 ya inspeccionaban el lugar los técnicos del Cabildo de Gran Canaria, tras cerciorarse el Instituto Anatómico Forense de que se trataba de piezas con más de cincuenta años de antigüedad. "En cuanto los materiales óseos exceden los 50 años, los restos se consideran patrimonio histórico", aclaró Álvarez.

El día 18 el Cabildo remite al Gobierno de Canarias, a la Policía Judicial de la Guardia Civil y al Ayuntamiento de Mogán un acta de inspección en el que se detalla el hallazgo y se insta a los responsables del municipio a que se realicen labores de vigilancia del recinto en las rondas habituales de la policía, "por tratarse de un espacio de alto valor patrimonial, que hay que conservar a toda costa", recomendó el consejero.

En cuanto a los restos que aún permanecen en el interior de la cueva, se trata, según los técnicos del área de Patrimonio Histórico, de escápulos, costillas, tarsos, etc, de un individuo adulto; y una mandíbula y un cráneo de un niño. "Todo esto reveló a los expertos que, a pesar del desorden aparente, se trata de un depósito funerario primario, es decir, que no se llevaron los cuerpos desde otro lugar, sino que fueron enterrados allí mismo".

Tejidos vegetales

Pero si hay algo que distingue a este yacimiento es la existencia, junto a las evidencias óseas, de tejidos vegetales que envuelven a los cadáveres. Serán estos restos los que, a través de la técnica del Carbono 14, determinarán la antigüedad de este enterramiento. "Las pruebas se hacen en Estados Unidos o el Reino Unido, ya que aquí no contamos con laboratorios que las realicen. Los resultados no tardan más de un mes, pero, en cualquier caso, la existencia de estos tejidos vegetales, junto al contexto, hacen interpretar a los técnicos del Cabildo que estamos ante un yacimiento anterior a la Conquista, es decir, de más de 500 años atrás", agregó Larry Álvarez.

La gran ventaja de que aún permanezca el lugar sin haber sido alterado, ya que, en principio, no se han encontrado pruebas de agresiones de animales, es que se va a poder investigar in situ cuáles eran los ritos funerarios que empleaban los aborígenes canarios para enterrar a sus muertos. "En los últimos cuarenta años no se había presentado una oportunidad como esta, ya que se podrán emplear técnicas actuales para estudiar la forma en que amortajaban a sus fallecidos. Esto tiene un gran valor arqueológico y patrimonial, y, por eso, el Cabildo está dispuesto a poner todo su empeño en que se proteja este espacio funerario".

Una de las principales preocupaciones de la Consejería es que se produzca cualquier episodio de expolio en el lugar, por eso no quiere dar las coordenadas exactas del sitio, como se hace habitualmente en estos casos. "El yacimiento se encuentra ahora protegido por un plástico perforado, sobre el que se han situado una malla geotextil y tierra", concluyó Álvarez.