Al número 42 de la calle José Samsó de Santa María de Guía se llegaban de antiguo las bestias a cambiar 'neumáticos', haciendo colas que traspasaban la enorme puerta de la herrería. Al frente de ella, Rafael Torres Osorio, con un trajín similar "a un concesionario de Mercedes" , comandando a un equipo de herreros que calzaban aquellos animales cuatro por cuatro, el motor de la abigarrada vega agrícola guiense.

El viejo Rafael aprendió el oficio de herrar del abuelo, pero tiró más por el cuchillo, creando filigranas que le valieron varios reconocimientos del gobierno nacional por su habilidad artesana. Rafael, además de geito tuvo un hijo: Francisco Torres Rodríguez, que a su vez heredó dos virtudes principales, la maña en las manos y una vista capaz de distinguir un átomo de otro. Hoy Paco tiene 51 años, es el último cuchillero de Guía, municipio capital de la especialidad y su obra se encuentra en lugares tan dispares como la gaveta del rey Juan Carlos o la pechera de la imagen de la Virgen de Guía.

Desde que Paco tenía 12 años el padre estuvo empujándolo a armar un cabo. Pero fue a los 17 cuando el hijo empezó a fijarse en el misterio. "Él hablar, poco me decía", pero el aprendiz no necesita instrucciones. "Con verlo sé hacerlo".

El cuchillo de antiguo, el naife de siempre, ilustraba dos motivos concretos que se repitieron como santo y seña de la herramienta: la espiga y el enrejado.

Los Torres incorporaron flores y dameros, unos dameros cada vez más complejos -triples, les llama él, y casi únicamente visibles al microscopio. "Es que me gustan las miniaturas", se excusa Paco dándole soplete a un cuerno de carnero, la materia que vertebra el invento.

El cuchillero hace jarea del cuerno a fuego para ablandarlo. Lo aplasta en el tornillo fijo de banco hasta que se queda en dos dimensiones. Luego lo corta en un círculo. Lo agujerea en el centro. Lo pasa del nuevo al tornillo y le ejecuta unas muescas. Le embute un hilo de plata o de acero, o de oro, según el albarán del cliente y con una escofina pule el peculiar cabo que, a día de hoy, al menos Paco, no sabe de dónde viene.

"Dicen que de los tuareg, aunque ellos hacen el dibujo en medio relieve y también hay quién opina que los trajeron los herrero Osorio desde Albacete".

Desde el pasado viernes es medalla de oro de la ciudad de Guía, concedida "por contribuir a la conservación de tan importante acervo cultural" y llevar el nombre de Santa María de Guía por el mundo.Torres sigue evolucionando su obra, con nuevos materiales que ponen al día el que sin duda es uno de los mayores emblemas, si no el que más, de la artesanía grancanaria, y que, si no hay relevo, parece condenada a desaparecer.