Nos llamamos y quedamos". Así se despedían ayer José Manuel Soria y Paulino Rivero. Era el colofón a media hora de gestos de aparente cordialidad que, si la propuesta se cumple, debería ayudar a reconducir la relación entre el Ministerio de Industria y el Ejecutivo regional después de varias semanas de encontronazos por decisiones estatales que Canarias no comparte.

Ambos se han cruzado declaraciones, no precisamente elogiosas, a causa del impulso a las prospecciones petrolíferas junto a las costas de Lanzarote y Fuerteventura, la suspensión de las ayudas a la producción de energías limpias y la paralización de las bonificaciones a las aerolíneas que incrementen el número de pasajeros y la frecuencia de conexión.

Ayer, después de 40 minutos de espera a la puerta del Centro Científico Tecnológico Marino de Taliarte, Soria brindó a Rivero, ante una veintena de invitados a la inauguración de la instalación científica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, todo un rosario de risas, abrazos, confidencias a baja voz y hasta un "¡cómo te va la vida!"

El buen rollo, en cualquier caso, no fue óbice para que ninguno de los dos olvidara su papel. En los discursos posteriores al recorrido del centro, el ministro subrayó el trabajo reformista que está desarrollando el Gobierno de Mariano Rajoy para el control del gasto público, la reforma de sistema financiero, la laboral y los avances dados ayer mismo para sanear las deudas de las corporaciones locales. Todo ello, y nuevas medidas que llegarán, dijo, deberá servir para reactivar la economía y que las empresas generen empleo.

En visión de Rivero, sin embargo, Canarias no debe caer en errores pasados y debe aportar por una nueva senda de sostenibilidad. Y en ella, señaló, las energías limpias juegas un papel importante.

Con el recado dado y con el acuse de recibo ahora hay que esperar a que la cita aparezca en sus respectivas agendas.