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Cine 'Sufragistas'

Peligros y virtudes de la militancia

Sufragistas no engaña en sus planteamientos: es una película abiertamente militante. Feminista, para más señas. Centrada en la lucha de las sufragistas británicas para obtener el voto para las mujeres, en los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial, en su coda final el filme recuerda en qué año se concedió ese derecho en diferentes países, remarcando así la pertinencia de esa idea central que atraviesa la película: la necesidad de continuar con la lucha por la igualdad.

Su tema y su enfoque, que no elude una radiografía cruda y realista de las penurias que hubieron de pasar estas mujeres, hacen de esta una película pertinente, incluso necesaria. En lo fílmico, no obstante, Sufragistas flaquea en su misma base: en un guión que renuncia a explotar algunos temas relevantes (especialmente los referentes a la vida personal de la protagonista) y que acusa un excesivo maniqueísmo que afecta, principalmente, a los elementos masculinos del reparto.

Los hombres son tratados con un descarnado rigor, sin que podamos encontrar en todo el filme a un único varón honrado. Sólo, quizás, ese boticario de pega que, enamorado de su mujer, apoya su lucha a ciegas. Pero los demás son maltratados hasta la caricatura: desde ese padre que vende a su hijo para no tener que cuidarle hasta el patrón que abusa de las niñas de su fábrica, pasando por el policía que persigue a las sufragistas o por todo el parlamento británico. No había, según parece, un solo hombre honrado en toda Inglaterra.

Estas carencias, no obstante, son restañadas en gran medida por la correcta recreación histórica y por un reparto sólido en el que brilla con luz propia Carey Mulligan, fantástica actriz que es capaz de llenar con infinidad de matices los numerosos huecos que habían dejado al trazar su personaje.

Sumándolo todo, el saldo sale positivo, pero Sufragistas deja la sensación de oportunidad perdida. Queda reducida a una correcta recreación histórica, cuando las lecturas, de aplicar un poco de perspectiva y abriendo más el foco, podrían haber sido mucho más jugosas. Más profundas. Porque la batalla por el sufragio femenino se está ganando, pero aún queda mucho para llegar a la igualdad. Si no me creen, fíjense en cuántas mujeres son candidatas a la presidencia de España.

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