La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista a Michel Camilo

"Nunca se le había hecho un homenaje a Lecuona como en este documental"

"El mérito de Ernesto Lecuona fue traducir los tambores afrocubanos a la mano izquierda del piano", apunta el músico y compositor

Michel Camilo (Santo Domingo, 1954) termina la cita con tres primicias. La primera es que ha grabado el tercer volumen de su serie Spain con Tomatito. Se llamará Spain Forever y saldrá mundialmente a finales de septiembre. "Será el más íntimo, denso y romántico de la trilogía". La segunda es que la Orquesta Sinfónica de Detroit le acaba de encargar su Tercer Concierto, se estrenará en abril de 2017. "Los dos primeros son de 2001 y 2009. Como novedad, este será escrito para trío de jazz y sinfónica". Y la tercera, que vuelve a Broadway. Colabora con la dramaturga Quiara Alegría para estrenar, en el próximo mes de mayo, un drama, Daphne's Dive, en el que se escucharán piezas suyas al piano.

Pianista, compositor y ganador tres veces de premios Grammy, Camilo estaba destinado a la música desde la infancia. Compuso su primera canción a los cinco años. A los 16 ingresó en la Orquesta Sinfónica Nacional de su país. En 1979 se mudó a Nueva York. Poco a poco fue acrecentando su prestigio hasta adquirir fama mundial. Nos encontramos con el dominicano en el hotel donde se hospeda en Las Palmas.

Es su sexta vez en Las Palmas.

Lo que más me impresiona de la ciudad es el Auditorio Alfredo Kraus. Guardo grandes recuerdos de ahí. Ha sido un escenario maravilloso que me ha dejado hacer lo que me ha dado la gana. He traido mi big band, he hecho conciertos íntimos en la Sala de Cámara, he tocado con la Orquesta Filarmónica e, inlcuso, he ofrecido un concierto de piano solo, de jazz. Y además me traje a Tomatito. Todo el abanico completo de colores de mi música lo he hecho en Las Palmas.

En Amsterdam, Playing Lecuona

Le debemos dar las gracias inmensas a Fernando Trueba por Calle 54. Marcó un antes y un después. Abrió enormemente el número de seguidores. Gracias a ella, entramos en lugares donde jamás habíamos tocado. Fue un salto cuántico. Ahora, con Playing Lecuona, me dicen que hay gente que se levanta en los cines como si estuviera en un concierto. Eso emociona. Pero es el poder del cine. Tiene ese don. Y Playing Lecuona está muy bien rodada.

La canción Siboney

Hay una anécdota muy bonita. Ella vino a Canarias el día antes del rodaje. Fuimos al Teatro Leal de La Laguna a saborear el ambiente. Por allí habia pisado el maestro. Ana no sabía que yo quería hacer una versión distinta, más cinematográfica, que enganchara al público, como una canción de amor que pudiera acompañar los créditos de una película. Después de ensayarlo dos veces decidí dejarlo. La siguiente la rodaríamos. Y salió a la primera.

¿Sin ensayos de cámara?

El director gritó "¡acción¡" y ambos entramos en lo que yo llamo un aposento alto, un lugar donde reina la fantasía, donde se manifiesta lo que los flamencos llaman el duende. Fue una bendición. Al final, el mismo Pavel Giroud no se atrevió a cortar. Entonces es cuando beso y abrazo a Ana. Todo eso lo registra la película.

Playing Lecuona no ha sido su primera incursión en el cine.

He sido siempre fanático del cine. Mi primera visita a España fue como pianista de Paquito D'Ribera a principios de los 80. En el público de aquella primera actuación estaban Fernando Trueba y su mujer Cristina Huete. Nos hicimos muy amigos. Ambos comenzábamos nuestras carreras. En esa época de estudiante en Nueva York me matriculé además en el American Film Institut deNueva York, quería saber del cine, cómo hacer música para ese medio. Simplemente, como yo digo, conectar mejor con el mensaje detrás de las notas. Es la emoción de la música, su espíritu, y el cine siempre te brinda esa oportunidad. En esa época también trabajé en Broadway con el coreógrafo y cineasta Bob Fosse, rccuerdo el espectáculo Dancing, que fue un éxito durante cinco años. Y al mismo tiempo iba a los clubes de jazz por la noche. Vivía Nueva York a tope.

¿Cómo le llegó la oportunidad de su primera composición para el medio audiovisual?

Tocaba en un grupo que se llamada French Toast, ahí compuse varias piezas y un día en un club de jazz alguien se me acercó para ofrecerme escribir música para televisión. Me lancé. Entré en una compañía que hacía sintonías para telediarios y programas televisivos, concursos y telenovelas. Más adelante, el director James L. Brooks, que acababa de ganar un Óscar, buscaba a alguien que hubiera hecho música para televisión para su película Al fílo de la noticia (1987). Necesitaba el tema del noticiero que aparecía en el filme.

Entró en el cine, pues, componiendo una pieza de un noticiero dentro de una película.

Eso es, y entonces fue cuando Fernando Trueba, en España, ve mi nombre en los créditos. Y me conecta con Emilio Martínez-Lázaro, para quien compongo la música de Amo tu cama rica (1992) y Los peores años de nuestra vida (1994). Al mismo tiempo Trueba tenía el guión de Two Much (1996). También estuve ahí.

¿Qué le ha parecido el éxito de Ocho apellidos vascos

Me ha encantado. Emilio Martínez-Lázaro es un gran director, tiene una manera de plantear la música en sus películas que lo acerca a Woody Allen. Muchas de las piezas que le hice forman parte hoy de mi repertorio, transformados en temas de jazz.

¿Cómo le explicaría a alguien quién es Ernesto Lecuona y qué ha significado en su música?

Con esta película le hemos hecho justicia al maestro. Nunca se le había hecho un homenaje así. Y es el solo principio. También ha servido para traer su música a hoy, porque lo que interpretamos no son versiones originales, sino visiones de Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba y mías, hechas con el debido respeto al maestro, pero trayendo su música hasta hoy. Y sabiendo que todavía hay mucho por hacer. Porque Lecuona es un compositor muy prolífico, tiene más de 800 obras, hasta ahora solo hemos rasgado la superficie. Su facilidad al piano era inmensa. Es un hombre con una educación musica clásica, que fue hasta alumno de Ravel. Tenía una técnica portentosa al piano, por ese motivo dejó un repertorio dificilísimo de tocar.

¿Cuál fue su mayor virtud?

Su gran mérito es que supo traducir los tambores afrocubanos a la mano izquierda del piano. Al mismo tiempo, tener conocimiento clásico en la mano derecha, poder tener esas armonías, abre un mundo de posibilidades, es una puerta abierta para que por ella pasemos todos y queramos ser como él. Es, además, el padre de la pianística del Caribe. Aparte, hay otro lado, que es el cine. Hizo muchísimas bandas sonoras en Hollywood, incluso estuvo nominado a un Óscar, por Siempre en mi corazón (Jo Graham, 1942). Fue, además, gran amigo de George Gershwin. De hecho, la Rapsodia negra es su respuesta a la Rhapsody In Blue del norteamericano.

Lecuona fue, además, grande en Nueva York, como también muestra lel documental.

Así es. Fue una persona que pudo entrar al mundo norteamericano de Hollywood lo mismo que en el de conciertos de Nueva York. En Playing Lecuona le llevo flores a su tumba, que está a veinte minutos de mi casa, en un cementerio precioso. El día estaba gris, se respiraba el rocío. Fue muy emocionante estar ahí. Llevo escuchando la música de Ernesto Lecuona desde niño. Desde casa de mis abuelos.

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