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Entrevista

"El ojo biónico no es como tener uno nuevo, pero es una puñetera maravilla"

"Está claro que en la ciencia siempre hay más ideas que recursos", afirma el oftalmólogo Jeroni Nadal

Jeroni Nadal. A. O.

Jeroni Nadal es uno de los escasísimos especialistas en España habilitados para implantar ojos biónicos. Solo las personas ciegas entre 25 y 75 años con retinosis pigmentaria pueden ser intervenidas con esta técnica, que también se está ensayando en pacientes con degeneración macular senil.

¿Cómo ve una persona que lleva implantado un ojo biónico?

Estas personas pueden percibir formas, letras o el movimiento de personas u objetos. Pueden llegar a leer palabras de cuatro letras de un tipo de grafías de hasta cinco centímetros.

¿No perciben el color?

No. Pero el color no es tan importante. No pueden percibir el color porque tienen lesionados los cuatro receptores. Pero perciben todo lo que antes he comentado.

¿Para quiénes está indicada esta prótesis?

Está indicada para todos aquellas personas que son ciegas a causa de una retinosis pigmentaria.

¿Solo puede aplicarse a este tipo de ceguera?

De momento, sí. Sé que hay ensayos clínicos muy buenos en pacientes con degeneración macular. Es probable que dentro de no mucho también pueda aplicarse a ellos. Es decir, pienso que en un futuro no muy lejano podrá aplicarse también en pacientes ciegos por degeneración macular senil o por otras dolencias hereditarias o degenerativas de la mácula.

¿Y si se nace ciego?

Para aplicar el ojo biónico, el paciente ha de tener memoria visual anterior porque para poder recuperar la visión el cerebro ha de interpretar los estímulos. En personas que nacen ciegas todo esto sería mucho más complicado. Y este tipo de dispositivos debería aplicarse desde el nacimiento. Además, de momento, por su tamaño, este dispositivo está diseñado para gente más mayor.

¿En qué consiste el aparato?

Es un aparato de microelectrónica. Y está basado en dos componentes. Uno externo, que es una cámara que capta la imagen. Luego hay un procesador de esta imagen. Y después hay una parte quirúrgica que es la que estimula la retina del paciente. Después se le envía un impulso eléctrico al cerebro para que lo interprete como una imagen. En las personas que sufren una enfermedad de la retina este aparato procede a dar un estímulo directo sobre la retina que es transmitido al cerebro. Los estímulos visuales proceden de una microcámara instalada en unas gafas que lleva el paciente y son transmitidos a la retina por el chip implantado.

¿Es prácticamente como tener un ojo nuevo?

No es nuevo porque eso no sería viable, pero es una puñetera maravilla, es la leche hablando coloquialmente. Y en principio funciona muy bien.

¿A cuánta gente ha operado de momento?

A tres pacientes diferentes. El primero fue en junio de 2014 y el último en diciembre de 2015. Todos han evolucionado muy bien.

¿Ha tenido algún caso especial?

Sí, el de un sordociego. Padecía síndrome de Usher. Fue operado hace unos meses y ha recuperado la visión. Ahora puede hacer vida autónoma.

¿Cómo es el posoperatorio?

Se ha de ser sumamente cuidadoso para evitar problemas de cicatrización. Después de 15 días, comienza un entreno posterior de seis semanas para aprender a ver con este dispositivo.

¿La intervención es compleja?

Dura tres o cuatro horas. Y se hace con anestesia general. Sí es una operación compleja. En ella, se precisa un equipo de 10 personas que supervisen todo.

El dispositivo tiene un coste de 120.000 euros. Es muy caro. ¿Buscan financiación para operar a más pacientes?

Todo es caro. Las tres operaciones que hemos hecho las ha costeado la Cátedra de Investigación de la Fundación Barraquer. Estamos buscando financiación externa de otras grandes entidades para poder establecer una especie de copago.

¿Debería haber más mecenas en la investigación?

Sí, claro. Está claro que en la ciencia siempre hay más ideas que recursos.

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