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Cine

Las orcas de Costa Calma

El director Gerardo Olivares rueda una película con Maribel Verdú en Fuerteventura, que se presenta como un diálogo entre cine y naturaleza

Motor, silencio y acción. Escena 40, toma primera. Suena el chasquido de una claqueta en la playa de Sotavento. En el plano, tres actores -Joaquín Furriel, Maribel Verdú y el niño Quinchu Rapalini Olivella- observan un croma desde un tronco traído de la Patagonia. Ante su mirada y en su imaginación se produce el varamiento de un grupo de orcas, que cazan su alimento en forma de león marino. El plano permanece cerrado. Si se abriera se vería el cuerpo desnudo de un turista nórdico, un grupo de niños haciendo castillos y las cometas de kitesurf que pueblan el litoral justo en la desembocadura del Barranco de los canarios.

La naturaleza más salvaje e indómita se convierte en cine estos días en las playas de Fuerteventura de la mano del director y documentalista Gerardo Olivares, la producción de Wanda Visión y la figura omnipresente de Roberto 'Beto' Buba, un hombre con el poder de comunicarse con las orcas y cuya historia verídica sirvió para que un niño autista y su madre coraje aprendiera a sonreír.

El faro de las orcas es el título de una película con un presupuesto de cinco millones de euros, que se rueda desde el viernes pasado en Costa Calma. El 80% de esta coproducción es española, a través de la productora y distribuidora Wanda Visión. El 20% restante corresponde a Historia Cinematográfica del director argentino Luis Puenzo.

La historia en la que se inspira y a partir de la cual Gerardo Olivares construye su ficción parte de dos hechos insólitos. 'Beto' Buba es la clave de ambas. Este 'guardafauna' de la reserva natural de Península Valdés, Patrimonio de la Humanidad y uno de los destinos del mundo más importantes para el avistamiento de ballenas, se comunica, se baña y juega con las orcas. El suyo es el único emplazamiento del planeta donde se observa a las orcas cazar mediante una técnica de varamiento, en el que un número contado de ejemplares sale del agua para hacerse con su presa en un ataque súbito y violento. Pero si estas orcas no son corrientes, tampoco lo es el propio Beto y su relación con las orcas, a las que incluso se comunica mediante la música de su armónica, ha sido retratado en varios documentales de prestigio, entre ellos uno de National Geographic.

Y es precisamente a partir de este documento gráfico el punto de partida del que nace la historia de El faro de las orcas. Lola, el personaje que interpreta Maribel Verdú, es madre de un niño con un grado elevado de autismo. Apenas reacciona ante nada hasta que un día, al ver las orcas de Beto, se levantó de su asiento, se acercó a la televisión y se emocionó. Tras este hallazgo, buscó a Beto en la Patagonia, para saber si sus orcas podrían servir de terapia milagro para su hijo. El resultado fue milagroso y el propio guardafauna lo recogió en un libro.

Pero si bien esta historia se remonta unas décadas en el tiempo también lo hace el primer paso del proyecto cinematográfico que lidera el productor José María Morales, fundador de Wanda Visión, y responsable de títulos como Guadalquivir, Cantábrico o la premiada Nómadas del viento, de Jacques Perrin. Este explicó ayer cómo hace 14 años conoció a Beto mientras trabajaba en el rodaje de La Puta y la Ballena, una película de Luis Puenzo -primer director iberoamericano en obtener un Óscar- con Aitana Sánchez Gijón en el papel protagonista. Al conocer el libro, Morales llegó a un pacto con Beto, en el que, partiendo de un compromiso de amistad, éste le guardaría la historia a cambio de unos prismáticos que portaba entonces. El siguiente fichaje del productor, pasados unos años, fue el de Gerardo Olivares, un cineasta y documentalista trotamundos que ha convertido la naturaleza en el guión de su propia vida. "Yo llegué a Beto a través de José Marí. Él me habló por primera vez de esta historia en 2004 mientras yo grababa una película en Mongolia. Así que la idea viene de hace unos 12 años", relata el director.

Olivares y Morales se encuentran ahora en el rodaje de su cuarta película de ficción juntos. Iniciaron esta andadura en 2006 con La gran final, siguieron con 14 kilómetros en 2007 -con la que obtuvieron la Espiga de Oro en el festival de cine de Valladolid- y un importante éxito como una de las películas españolas más vistas de 2010 con Entre Lobos, en la que narraba la increíble historia de Marcos Rodríguez Pantoja, un niño que se crió con lobos en la sierra granadina a mediados del siglo XX. Morales ve una continuidad entre estos trabajos, al plantear un nexo de dependencia entre el ser humano y la naturaleza, primero desde el lazo afectivo y familiar y ahora como una fuerza de capacidad curativa.

15 días en Fuerteventura

"Yo me siento muy a gusto en la naturaleza y empecé a recorrer el mundo con los documentales por un hecho casual. Estando en el Sahara, empecé a entrar en la ficción, algo que no estaba en mis planes", explica Olivares. En el documental se encuentran sus raíces, y en la ficción ha querido mantenerse en ese campo. Ahora última también una película con Jean Renó.

Tras rodar en la Patagonia argentina, esta producción aterrizó en Fuerteventura el jueves pasado .El equipo de rodaje, compuesto por unas 20 personas y que cuenta con el apoyo de varias productoras locales, comenzó a gastar metraje el viernes sobre las dunas de Pecenescal, que se prolongó hasta las cuatro de la madrugada al ser una secuencia de tarde y noche. Posteriormente, la grabación se desplazó al Barranco de los canarios y el tramo de playa de Sotavento donde ayer estuvieron trabajando. Por último, a partir de hoy, procederán a grabar con las orcas en formato animatrónica, que se realiza hoy en la zona de Las Playitas, al ser un lugar a refugio de las olas por el muelle. Solo la cabeza de la orca pesa 600 kilos y la estructura completa, con el soporte, alcanza las cuatro o cinco toneladas. En total, estarán en Fuerteventura un total de 15 días.

Gerardo Oliveros señaló que la experiencia en Fuerteventura está siendo "una maravilla" e informó que eligieron este emplazamiento por su gran parecido con Patagonia. "Una de las razones está en la forma de los acantilados que salen de la playa. De hecho, Beto, el protagonista de la historia, nos dijo que era Patagonia. Esto, para mí, es un paraíso", expuso el director.

En Fuerteventura se grabarán las imágenes de las orcas mecánicas que han sido desarrolladas por la DDT, ganadores de un óscar por su trabajo en El laberinto del fauno. David Martí y Montse Ribé son los creadores de un prodigio técnico y que cuenta con el detalle más ínfimo y una gran capacidad de movimiento por control remoto para rodar las escenas en la que los protagonistas interactúan con las orcas. Pero este proyecto se sirve de tres sistemas de grabación: la de la imagen real, la digital y la animación de figuras a través de Animatronics, que se realiza a través de una simulación articulada de las orcas. Además, Javier Bollaín, de Render Área y hermano de la cineasta Iciar Bollaín, se ocupa del proceso de integración entre las orcas y los escenarios reales con los generados a partir de procesos de efectos digitales. Por último, Raúl Romanillos se responsabiliza de los efectos especiales.

Mientras, Joaquín Furriel encarna el personaje de Beto. Este actor argentino se encuentra en un punto clave en su carrera, tras recibir el galardón al mejor actor argentino de la mano de su academia por la película El Patrón. También participó en Cien años de perdón de Daniel Calparsoro. Éste recordó ayer sus orígenes canarios, ya que su abuela materna, Silva, emigró desde Fuerteventura hacia Buenos Aires. "Este filme habla de todo lo que podemos aprender de la naturaleza. Es hermoso lo que ocurre con el niño, cómo gana confianza y cómo la madre se va animando en este viaje tan particular", concluye.

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