"Después del cáncer estás preparada para decir sí a todo". Con estas palabras explicó Yolanda Preciados los motivos que la llevaron a enfrascarse en el que seguramente va a ser el viaje más importante de su vida. Ella y Marian Santiago, Patricia Alonso, Susana Laguarda y Carmen Peláez, sus otras cuatro compañeras que también han librado una dura batalla contra esta enfermedad, intentarán llegar desde Valencia hasta Martinica a bordo del velero Cannonball.

Estas cinco aventureras recalaron el pasado domingo en Tenerife después de navegar durante una semana por el Mediterráneo y enfrentarse por primera vez a una dura travesía en el mar. "Ha sido muy difícil, hemos pasado de todo", aseguró Preciados ayer en la Marina de San Miguel, donde atracó el buque tras la larga travesía. Tenerife será la última parada de esta expedición antes de lanzarse a atravesar el océano Atlántico.

Las olas, el frío o los golpes y mareos que les ha tocado vivir a estas cinco mujeres no han sido sus únicos compañeros de viaje. Les acompañan otros siete tripulantes, entre los que se encuentran tres deportistas olímpicos, un médico de Quirón Salud que vela en todo momento por la salud de las cinco mujeres y se encargará de difundir esta aventura a través de un cuaderno de bitácora online, además de un equipo de periodistas, cámara y fotógrafo que se encargarán de inmortalizar este reto.

La ruta Trasatlántica 2016 es el segundo reto organizado por Pelayo Vida. El año pasado otras cinco mujeres se animaron a subir hasta el Kilimanjaro tras superar el cáncer. Con estos retos se busca demostrar que hay vida después de haber sufrido un cáncer y que además se puede superar cualquier desafío.

Para Yolanda Preciados esta travesía es una como una metáfora. "Como en el cáncer vas superando etapas, paso a paso", explicó. Preciados quiere que la expedición que va a realizar junto a sus compañeras sea un aliciente para todas aquellas mujeres que están batallando en estos momentos contra la enfermedad. "Dentro de un año pueden ser ellas las que se apunten a vivir una aventura como esta", afirmó.

Para esta empresaria inmobiliaria de Pamplona, lo más difícil de esta experiencia es no poder comunicarse con su familia y los duros turnos de trabajo que tienen que afrontar. Tras tres horas de sueño, les tocan tres de trabajo y después vuelven a la cama durante seis horas más. "El nivel de trabajo es intenso, no te da tiempo de comer y apenas duermes, pero lo estamos disfrutando al máximo", aseguró.

"Dormimos en cama caliente", señaló su compañera Patricia Alonso, ya que la tripulación no cuenta con un camarote para cada uno de ellos y tienen que dormir en la cama que deja libre algún otro compañero de viaje.

Por eso, Susana Laguarda aprovechó estos dos días que ha pasado en Tenerife en los que han podido dormir en un hotel para " disfrutar de una cama recién hecha", bromeó. Ella mantuvo que aunque empezó con fuerza y muchas ganas "ahora estoy cansada, es un reto muy difícil tanto física como mentalmente".

Ninguna de ellas tenía experiencia previa en el arte de la navegación. Pero tras un poco de entrenamiento y la dirección de los patrones del buque aseguraron que son capaces de encargarse de todo el trabajo que conlleva una embarcación de estas características. "Yo antes de junio no sabía ni donde estaba la popa y la proa, pero hemos aprendido a hacer de todo", señaló Preciados.

Para ellas, esta experiencia está siendo además de un reto personal todo un curso intensivo. "Tenemos los mejores profesores, pero también son los más duros", bromeó.

Carmen Peláez era la única del grupo con algunas nociones básicas de navegación. Esta médico madrileña fue la última de las cinco expedicionarias en unirse a este reto. Todavía se encuentra en tratamiento contra el cáncer que padece, por lo que afirmó que a veces no puede estar al mismo nivel que otras compañeras. "Pero somos un equipo y donde no llega una llega la otra", apuntó.

Todas se muestran convencidas de que han dejado la peor parte de la travesía atrás y que el resto del viaje será más tranquilo. "Hemos tenido momentos en los que hemos tenido 45 nudos de viento", explicó Alonso. Esto unido a los cambios de dirección "hace que tuviéramos que cambiar las velas cada dos por tres". Sin embargo, les han comentado que navegar en el Atlántico será más relajado. "Ahora cogeremos los alisios que nos empujarán y se nos hará más fácil", comentó esta bióloga, que ha participado en cuatro ocasiones en las expediciones oceanográficas del buque Hespérides.

Las cinco mujeres finalistas fueron elegidas entre las más de 90 que se inscribieron para participar. Las seleccionadas tienen diferentes perfiles, pero todas debían tener una buena forma física y contar con la aprobación de su oncólogo para poder participar en la expedición. "Lo más importante ha sido la actitud con la que hemos afrontado este reto, esa ha sido la diferencia para que nos hayan elegido a nosotras cinco", señaló Preciados.

Ellas afirmaron que las cinco están muy compenetradas. "Cuando conocemos a alguien que ha pasado lo mismo que nosotras, inmediatamente estamos en el club", explicó.

Durante su escala en Tenerife fueron recibidas por un grupo de afectadas por esta enfermedad y voluntarias de la organización Carrera por la Vida. Junto a ellas, acudieron a recibirlas las deportistas paralímpicas Michelle Alonso y Judit Rolo, además del regatista olímpico tinerfeño Javier Hernández. A su encuentro acudió también la gerente territorial de Quirón Salud en Canarias, Paloma Leis. A bordo del velero Cannonball dieron un paseo por la costa de Tenerife en el que pudieron compartir experiencias con las cinco aventureras que participan en este reto.

El equipo de Ruta Trasatlántica 2016 zarpará hoy de Tenerife y pondrá rumbo a isla de Martinica, a donde esperan llegar dentro de 14 días. Aunque estas semanas de expedición seguramente habrán despertado el amor por la navegación de las cinco participantes, todas coinciden en que la vuelta a España la harán en avión.