La erupción de El Hierro transformó el mar de Las Calmas en una mancha verdosa y pestilente de decenas de kilómetros de longitud divisable sin problemas desde el espacio, toda una nube submarina de azufre a la que ahora acaban de ponerle dimensiones: tres millones de toneladas. La revista Earth and Planetary Science Letters publica en su número de diciembre el último de los estudios que ha generado la primera erupción submarina que la vulcanología ha tenido la oportunidad de seguir en directo: el nacimiento del volcán Tagoro.

El Instituto Español de Oceanografía, la ULPGC, la Agencia Nacional de los Océanos y la Atmósfera de EEUU dieron a conocer en mayo pasado que la erupción de El Hierro había provocado emisiones submarinas de dióxido de carbono que llegaron a elevar más de un 20 por ciento la acidez de las aguas más cercanas al volcán. Los cálculos que manejaban esas tres instituciones apuntaban que la milésima parte del CO2 expulsado por todos los volcanes de la Tierra aquel año procedía de la erupción de octubre de 2011 al sur de La Restinga.

Cuatro investigadores de las universidades de la Ciudad de Nueva York (CUNY), McGill de Montreal (Canadá) y Bremen (Alemania) y de la Institución Oceanográfica de Woods Hole (EEUU) precisan ahora más esas cifras, con un análisis de los gases que contenía el tipo de lava expulsada, que les permite afirmar que Tagoro emitió entre 1,3 y 2,1 millones de toneladas de CO2 y entre 1,8 y 2,9 millones de toneladas de compuestos de azufre.