El relaciones públicas Pablo Bucareli falleció este viernes, 14 de julio, al mediodía a los 73 años tras una complicación médica que no pudo superar. Con su muerte desaparece uno de los nombres fundamentales de la vida social y nocturna de Las Palmas de Gran Canaria, con una carrera brillante de forma ininterrumpida desde los años 60 hasta ahora en la que también ejerció como periodista, decorador e interiorista. Durante el día de ayer numerosos amigos y conocidos mostraron sus condolencias en las redes sociales.

Pablo Bucareli fue uno de los principales dinamizadores del ocio nocturno de la capital grancanaria cuando en 1970 se abrió la discoteca Tan Tan. La gestión que hizo del local fue tan positiva que los dueños de los principales locales nocturnos de la Islas siempre recurrían a su experiencia y trabajo para lograr el éxito del negocio . "Mi vida es como una novela de Harold Pinter donde el azar, más que las inquietudes o deseos personales, condiciona tu futuro totalmente", afirmaba en una entrevista por su 70 cumpleaños.

De padre gallego y madre andaluza, Bucareli nació en México a causa del exilio de su familia tras la Guerra Civil. Su padre era militar de aviación republicano y tras el triunfo de las tropas de Franco, tuvo que marcharse a Francia, Argelia, Marruecos, Lisboa, y finalmente a Veracruz donde el progenitor, tras ingresar en la secretaría de Marina como monitor, adiestraría a soldados que luego irían a la Guerra Mundial, y acogería a numerosos exiliados españoles, cubanos y mexicanos.

La experiencia en Argelia fue la más desalentadora: "Los nazis pusieron a los españoles en un campo de concentración en Orán. Allí mi madre tuvo una niña llamada Isabel, pero la niña murió de una meningitis por el cambio tan drástico siendo tan pequeña. Poco después nací yo", subrayaba. Huérfano de padre y madre muy rápido, y de vuelta a España, Pablo Bucareli quiso estudiar Historia de América, pero pronto se introduce en el mundo del Madrid de los años 60 donde trabaja, entre otros, para Massiel, quien le dedica la canción Éramos amigos, y Encarna Sánchez a la que le escribe guiones de muchos programas de radio, pero tuvo tiempo además para trabajar de discjockey en la discoteca Trébol de la capital.

Bucareli vino por primera vez a Canarias con una carta de recomendación del director general de Prensa y Radio del Movimiento que le permitió empezar a trabajar como periodista en un diario local y conocer a profesionales del medio como Antonio Ayala o a escritores como Luis Doreste Silva. "Yo llegué a Las Palmas detrás de una mujer, Evangelina González, una persona que me encontré en Madrid y que casi me vuelve loco, había una fascinación tremenda de mí hacia ella, y vine sin saber nada de Canarias, siguiéndola hipnotizado", afirmaba. El entonces periodista se quedó maravillado con el clima local por lo que decidió establecer aquí su residencia.

Uno de sus primeros trabajos fue como enviado especial al Festival de Eurovisión en Madrid ya que el año anterior había ganado Massiel. Posteriormente Bucareli empezó a relacionarse con la vida nocturna de la ciudad conociendo a Rafa Bello, dueño de El Hueco, la primera discoteca de la ciudad en Las Alcaravaneras. Era una época muy intensa en que se empezaban a levantar discotecas y bares por toda la ciudad como El Trébol o La Aloa ya que había una vida nocturna muy superior a cualquier otra ciudad de la Península. "Aquí había un montón de locales, más que en Londres o Madrid donde sólo habían cuatro, y es que los peninsulares venían y a alucinaban".

A diferencia de los otros profesionales, Bucareli siempre tuvo claro qué era lo importante de los clientes que iban a las discotecas que dirigía. "Llegaba gente de todo tipo que me preguntaba si tenían que traer tal o cual traje. Yo les contestaba que lo único que debían hacer era venir duchados, si sales duchado todos los días ya tienes bastante ganado".

El relaciones públicas empezó a trabajar como discjockey de 7 a 10 de la noche en El Hueco. Pero, de pronto, se produce un antes y un después en su vida cuando un empresario francés abre un negocio de 50 millones que derivó en una discoteca llamada Tan Tan con los mejores discjockeys y con Bucareli como director. El local, que estaba situado en la calle Pi y Margall frente al restaurante Acuario, logró una afluencia de público incesante durante todas las noches entre los que se incluían a los nombres más importantes de la sociedad de la Islas.

Modelos

"Era alucinante", recordaba. "La fila de coches que aparcaba delante impresionaba. Estaba el Rolls Royce de Eufemiano, el Jaguar del doctor Ramírez, etc, etc. Era la gran vida, y sucedía todas las noches, pero los domingos venían las señoras con sus mejores galas". Mientras, Bucareli se iba reinventando continuamente haciendo pases de modelos. Y poco después llegaría la apertura del Beach Club en el sur aunque Bucareli optó por seguir en Vegueta. "Me ofrecieron dirigirla", recuerda, "pero yo les dije que yo lo dirigía a control remoto, pero no tenía ningún interés de ir para allá. Sólo les di unas bases, les dije cosas como que pusiera una morena vestida de blanco y a una rubia de negro como azafatas. Pero al final se lo inauguré y acudieron más de mil personas".

Tras esto llegó un incesante trabajo de inauguraciones y presentaciones ya que todas las discotecas que abrían en la Islas contrataban a Bucareli para que se ocupara de ellas entre las que se encontraban las principales de la capital grancanaria. "Caí muy bien a la gente. Yo revolucioné la ciudad, fue algo tremendo todo aquello. Yo era un relaciones públicas nato, y tenía mi faceta cosmopolita", reconocía.

Una vez en El Coto, el interiorista se dedicó a la presentación de galas de misses o a vincularse con el carnaval y empieza también a realizar sus primeros pinitos como decorador. Tuvo una importantísima relación con César Manrique y Pepe Dámaso, ya que fue él quien dirigió El Almacén en Lanzarote.

Fabuloso

"Aquello era fabuloso. Teníamos teatro y una galería, cenábamos con gente muy importante todas las noches. Pepe me presentó a César que me llamaba Pablo el trapitos porque yo siempre llevaba telas en una maleta y cuerda. Llegábamos a cualquier sitio y yo hacía unas jaimas preciosas que eran unas auténticas maravillas", aseguraba.

La droga inundó la sociedad en los ochenta y también afecto a la noche, aunque Bucareli adoptó una postura firme sobre este tema. "Llegaron los tripis, pero yo tengo un sentido de la realidad muy brutal y no tomaba nada de eso, yo sólo me autoengaño con mi mundo romántico y mis boleros, rancheras y mis recuerdos de México", afirmaba.

Otro momento importante de su vida fue la apertura del tercer Loewe en España en el Hotel Santa Catalina donde se produciría una vida social intensísima. El relaciones públicas reconocía que Gran Canaria le tenía atrapado, aunque había tenido suculentas ofertas para trabajar fuera de la isla en numerosas ocasiones. "He tenido ocasiones para irme, pero no me ha interesado para nada. En una ocasión vinieron a buscarme de Yves Saint Laurent para un puestazo por el que me daban 450.000 pesetas de sueldo todos los meses, pero tenía que pagarme un alquiler, el coche, la comida, presumir de ropa, conquistar a los clientes. Y eso no lo pagaban ellos", aclaraba sonriendo.

Su actitud hacia la vida era consecuencia, según sus propias palabras, de que se había quedado solo desde chico. "En estos casos tienes dos opciones: o te lavas las heridas o frivoleas con eso, y a mí me ha ido mejor frivoleando. He tenido mucho arrojo". Bucareli también reconocía que a él le pudieron los dieciséis años que vivió en México, "y yo he ido extendiendo ese chicle continuamente de forma alucinante".

Sin embargo, el relaciones públicas añadía que "nunca me ha llamado la atención el dinero. Con tener para comer y divertirme era suficiente". Sobre este punto podía contar innumerables anécdotas. "Una vez me fui a trabajar con un matrimonio hasta Niza. Ellos necesitaban un traductor de francés. Me conocieron, les gusté, me pagaban a diario, vivían en la Costa Azul, pero lo rechacé, no me convencía". Y lo justificaba de forma casi antropológica. "El indio está acostumbrado a vivir con lo necesario. Lo otro es un círculo viciosos que pasa por el qué dirán, el aparentar, el comprármelo todo, llevar lo que dice Telva, el roba porque necesito una tarjeta, el último zapato y la última chaqueta".

Sin embargo, la crisis comienza en los estertores del franquismo cuando toma preponderancia los gobernadores civiles que acabaron con aquella irrepetible vida nocturna. Aún así, Bucareli siguió trabajando en los locales nocturnos a lo largo de su vida, que compaginaba con presentaciones y participaciones en programas de radio y televisión. "Uno de los motivos por los que me quedé aquí fue porque no era la continentalidad tan terrible de Madrid, con esos veranos tan cálidos y eso inviernos fríos. Yo vi que la democracia estaba en la playa de Las Canteras, si no llegabas a la barra antes que los otros eras el mariquita. Y eso me ha conferido a mí una forma de ser que no he hecho distingos", afirmaba entre risas.