Las islas surgidas del mar a fuerza de erupciones han sufrido colapsos laterales capaces no solo de derrumbar de golpe la mitad de su volumen emergido, como le pasó a El Hierro hace 80.000 años, sino también de mover varios kilómetros el foco de volcanes del tamaño del Teide o el Strómboli.

El Centro Alemán de Investigación en Geociencias (GFZ) publica este mes en Nature Communications un estudio sobre el efecto que producen en los volcanes los megadeslizamientos laterales, basado en el pasado geológico de las islas de Fogo, en Cabo Verde; El Hierro, Tenerife y La Palma, en Canarias; San Vicente y Martinica, en Las Antillas; La Reunión, en el Índico; y Strómboli, en el Mediterráneo. La historia de la Tierra está llena de ejemplos de colapsos que hacen desaparecer de golpe laderas enteras de una isla volcánica y que movilizan cantidades de terreno gigantescas: de hecho, en Canarias hay ejemplos de hasta 650 kilómetros cúbicos de material desplazado, el equivalente a llenar con rocas, a rebosar, el embalse de La Serena (Badajoz), el mayor de España, más de 200 veces.

El Teide, en Tenerife, el tercer volcán más alto de los océanos, con 7.500 metros de altitud desde el lecho marino, se encuentra unos seis kilómetros al norte del anterior foco volcánico de la isla y ocupa el descomunal hueco que dejaron tres megadeslizamientos que derrumbaron hacia su vertiente norte unos 1.000 kilómetros cúbicos de terreno. En Hawai y Canarias se han producido 70 y 20 megadeslizamientos, respectivamente.