Las crónicas del entierro de Balmes reflejan a un Franco volcado en las exequias fúnebres, atento con la viuda, su hija de siete años y un cuñado del general, catedrático y secretario de la Universidad de La Laguna. Una demostración de sangre fría mientras el país era comido por el rumor de un golpe, y a él lo esperaba el Dragon Rapide para ejecutarlo.