La mujer decapitada en Los Cristianos, Jennifer Mills Westley, era natural de una localidad del condado inglés de Norfolk donde nació hace 60 años, aunque también poseía viviendas en Francia y en el sur de Tenerife, ya que tenía una posición económica desahogada tras su jubilación. El viernes tuvo la desgracia de cruzarse por casualidad en una tienda de la avenida Ámsterdam con el ciudadano búlgaro Deyan Valentinov Deyanov, quien después de asestarle 14 puñaladas le cortó la cabeza. Con ella paseó por el centro de Los Cristianos hasta que fue reducido.

La hija de la fallecida confesaba ayer que la familia se encontraba en estado de shock tras conocer lo ocurrido. Sarah indicó que su madre "era la luz de la familia y esa luz se nos ha ido". Destacó de Jennifer su carácter generoso y su simpatía, así como que viajaba con mucha frecuencia al sur de Tenerife, donde tenía una casa. También acudía habitualmente a Francia, donde tenía otra vivienda. "Ahora tendremos que buscar un camino sin el amor de mi madre", agregó Sarah.

Indigente

El ciudadano búlgaro de 28 años que la decapitó llevaba la vida propia de un indigente, dormía en la playa y su carácter violento le había ocasionado más de un encontronazo con los agentes de la Policía Local y de la Policía Nacional. Hacía tres meses que salió de un psiquiátrico y en varias ocasiones había sido detenido por proferir amenazas o provocar altercados, pero poco después se le podía ver de nuevo deambulando por las calles.

Violento

El concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Arona, Manuel Reverón, indicaba ayer que poco podían hacer para retirar a este vecino de las calles. "Estamos hablando de un ciudadano europeo. En una ocasión la Policía Local lo detuvo, lo pusimos a disposición judicial, pero al parecer no se encontraron razones de peso para mantenerlo retenido por más tiempo". No obstante, en Los Cristianos era público el carácter violento de este indigente. En varias ocasiones se le podía escuchar confesando que se consideraba el representante de Dios en la Tierra.

Ahora el juez deberá certificar que tenía sus facultades mentales perturbadas con lo que sería posible que eludiera la cárcel y sea recluido en un centro psiquiátrico. No se sabe desde cuándo estaba este ciudadano residiendo en el sur de la isla pero en cualquier caso no hay constancia de que llegara a empadronarse. El lunes pasará a disposición judicial.

El cuerpo de la fallecida, por su parte, permanecía ayer en las dependencias del Instituto Forense situado junto al Hospital Universitario de Canarias (HUC) después de haberle practicado la autopsia. Se espera que el miércoles pueda ser repatriado a Inglaterra. "Todo esto es algo que no podíamos prever. Nadie se lo esperaba y no hemos podido hacer nada", dijo el concejal de Seguridad Ciudadana.

Imagen negativa

Desde el Ayuntamiento se lanza de forma insistente el mensaje de que Arona es un destino turístico seguro y que este suceso se trata de un hecho aislado. "Aquí no tenemos más problemas que el de los típicos delincuentes que roban carteras. En la vida había ocurrido algo como esto". Reverón es consciente de la mala imagen que ha ofrecido el municipio y más ante la trascendencia que ha tenido la noticia. "Todos deben tener claro que estamos haciendo lo posible para que ningún visitante o residente se sienta desprotegido en nuestro municipio", señalaba ayer Reverón. "No entendemos qué es lo que ha pasado", declaró por último.

Según testigos, el agresor salió del establecimiento exhibiendo la cabeza en su mano para después arrojarla al pavimento. La Policía destaca que no existía relación entre víctima y agresor y, según la delegada del Gobierno en Canarias, Dominica Fernández, el detenido eligió a la mujer británica "al azar".