Amaia y Candela descansan ya en Couso. El cementerio de esta parroquia de Campo Lameiro de Pontevedra acogió un íntimo entierro al que solo acudieron la madre, "destrozadísima", y la veintena de familiares y amigos más próximos que la arropaban. Fue el último adiós a las dos pequeñas de cuatro y nueve años que fueron degolladas con una radial supuestamente por su padre, David Oubel, este viernes en Moraña. Los escasos detalles que han ido trascendiendo de estos sórdidos hechos confirman que las niñas tenían tanto la boca como otras partes del rostro desfiguradas, algo que coincidiría con la circunstancia agravante que dejaba entrever el fiscal encargado del caso y que podría corresponderse con el ensañamiento.

El entierro, a las nueve de la mañana, congregó al círculo más cercano a Rocío Viéitez. Personas muy próximas a la trágica realidad que está viviendo esta mujer, de 37 años, después de que su expareja llevase a cabo presuntamente uno de los crímenes más sórdidos e inexplicables de los últimos tiempos.

La inhumación tuvo lugar en el lugar de donde es natural la madre de las víctimas, si bien la primera opción que manejaba la familia era la de incinerar los cuerpos ya el sábado. La juez de Caldas la rechazó debido a que podrían practicarse nuevas pruebas a los cuerpos para avanzar en la investigación del parricidio cometido supuestamente por este vecino morañés, asturiano de nacimiento, que ayer cumplió sus primeras 24 horas en la prisión de A Lama. Un panteón de la familia de la madre acoge ahora los cuerpos de ambas menores a la espera de que en un futuro próximo se pueda proceder a la cremación. En las lápidas no hay ninguna inscripción y solo unos cirios recién encendidos simbolizaban el dolor y la tragedia soportados en los últimos días.

"Esta destrozada, destrozadísima, ¿cómo puede encontrarse alguien en una situación como ésta?", comentaban tras el entierro, que no estuvo precedido por funeral ni velatorio, sus amistades íntimas. Fueron éstas también las que, según ha trascendido, acudieron rápidamente a la casa de Rocío para que permaneciese arropada en el momento de conocer la horrible noticia. Al parecer la noticia empezó a extenderse rápidamente por todo el pueblo incluso antes de que la madre de las niñas tuviese conocimiento del alcance de los hechos.

Por otro lado, han asomado más detalles sobre la macabra mañana en la que este morañés terminó con la vida de Amaia y Candela. Las niñas fueron degolladas con una sierra radial que el supuesto parricida había comprado el día anterior en la ferretería caldense Eladio. Además de incisiones en el cuello también presentan signos de mutilación en la zona de la boca y el rostro. El estado mutilado que presentaban los cadáveres desaconsejó por tanto acceder al deseo que había manifestado la madre de ver por última vez a sus hijas antes de que fuesen enterradas.

Únicamente pudo abrazarse a los féretros antes de que se realizase el íntimo sepelio en el que la familia vetó la presencia de cámaras que recogiesen esos instantes.

La mutilación que presentan las niñas en la cara estaría directamente relacionada con la petición que cursará Alejandro Pazos, fiscal pontevedrés encargado de este caso. Después de que el parricida fuese puesto a disposición judicial, el representante del Ministerio le imputó un delito de doble asesinato a menores. Recordó que ésta sería la consideración del crimen y no la de homicidio, ya que intervenían agravantes que elevarían la calificación.

Sin aportar mayor concreción al estar la investigación bajo secreto de sumario, el fiscal negó que el agravante fuese la premeditación.

El estado que presentan los rostros hace, por tanto, pensar en el ensañamiento como agravante que permitiría juzgar a David Oubel por asesinato en vez de homicidio. Se da la circunstancia de que se trataría del primer crimen al que se podría aplicar la prisión preventiva revisable que entró en vigor hace un mes con la reforma del Código Penal. Así lo confirmó también el fiscal. Esta figura punible impide solicitar la revisión de la condena hasta que pasan un mínimo de, según los casos, 25 o 30 años en la cárcel.

Día infeliz

El domingo 2 de agosto tendría que haber sido recordado por ser una fecha feliz para la familia de las dos niñas asesinadas a manos de su padre. Una prima de las pequeñas iba a celebrar ayer la primera comunión, pero esos planes se truncaron del modo más atroz posible este pasado viernes por la mañana.

La alegría, risas y buenos momentos habituales en cualquier banquete o celebración social de este tipo fueron abruptamente reemplazados por la jornada más triste que cabría imaginarse. Un día en el que una madre rota por el dolor tuvo que despedirse para siempre de sus dos hijas de 4 y 9 años, víctimas de unas de las muertes violentas más difícilmente comprensibles, a manos de su padre y por las heridas causadas con herramienta tan escabrosa como una sierra radial.

Por otro lado, las niñas fueron asesinadas el último día que iban a estar en casa de su progenitor y verdugo, con quien pasaban parte de las vacaciones de verano. Al día siguiente la madre iba a ir a recogerlas a la vivienda ubicada en O Casal en la que se produjeron los hechos.