La juez del Juzgado de Instrucción número cuatro de Santa Cruz de Tenerife investiga al psiquiatra con consulta en la capital tinerfeña A. A. C. al hallar indicios de que pudo cometer un delito continuado de abusos sexuales al menos a una de sus pacientes, según el auto al que tuvo acceso este periódico. El psiquiatra pudo haberse aprovechado de su situación de superioridad como terapeuta e incluso haber usado sustancias químicas para influir en la voluntad de la paciente, como la ketamina.

El investigado es el creador de una terapia psiquiátrica. De hecho, es fundador y presidente honorífico de la asociación española que lleva el nombre de este método. La presunta víctima, de 54 años, que presentaba problemas de anorexia y bulimia, acudía a tratarse. Según el auto judicial, "de forma continuada y prevaliéndose de la relación psiquiatra-paciente y de la confianza plena de ésta hacia aquel como terapeuta, haciendo uso continuo de sustancias como la ketamina a sus pacientes y, en concreto con la perjudicada, para lograr sus fines y prácticas sexuales, la víctima accedió a partir de diciembre de 2012 a sucesivos y múltiples encuentros sexuales a propuesta del investigado y que se prolongaron en el tiempo hasta mayo de 2014, proponiéndole encuentros sexuales incluso cuando tenía crisis de su enfermedad y pese a que ésta se lo hacía saber en ese momento".

Fue la propia perjudicada, por iniciativa propia, la que rompió las relaciones tanto personales como terapéuticas con el investigado, tras acudir a la consulta psicológica de otro profesional, ante el mal estado y deterioro en el que se encontraba, necesitando por ello ayuda para lograr su estabilidad psíquica y emocional.

A. A. C. reconoció en sede judicial que mantuvo relaciones sexuales con la víctima pero precisó que eran secretas, pues estaba casado, y que era al margen de su condición de terapeuta.

Admitió asimismo haber enviado desde su teléfono móvil numerosos whatsapp a la víctima para concretar citas sexuales, manifestando en su defensa que la denuncia interpuesta se debía a una represalia de ella por haber cortado la relación que mantenían. Una psicóloga forense determinó en un informe que la sintomatología de estrés postraumático de la supuesta víctima está relacionada directamente con los hechos denunciados que investiga la juez.

Durante su testimonio, la mujer relató que el psiquiatra le suministró tanto ketamina inyectada intramuscular como éxtasis, que ingirió por vía oral. En una de las ocasiones también administró este medicamento a otras pacientes. Los efectos del consumo de ketamina pueden durar de 2 a 4 horas en función de la dosis y de la vía de administración. A pesar de actuar como depresor del sistema nervioso central, el consumo de dosis bajas o medias puede producir sensación de estimulación -de la misma manera que lo provoca el consumo de alcohol y otros depresores- y desinhibición. Actúa también sobre la percepción sensorial, amplificándola. En dosis altas, produce experiencias de tipo psicodélico y afloran sus efectos disociativos característicos, con lo que la mente parece separarse del cuerpo.

Los riesgos asociados al consumo de ketamina son los característicos de las drogas alucinógenas: ansiedad, ataques de pánico, mareos, distorsiones del pensamiento, confusión e ideas delirantes. De la misma manera, su uso está especialmente contraindicado a personas con trastornos psiquiátricos o desequilibrios afectivos y emocionales. La notable pérdida de consciencia y capacidad de movimiento, asociada a ciertos consumos de ketamina, ha provocado que algunas personas se hayan encontrado en situaciones desagradables después de haber perdido el control de sus actos, como haber mantenido una relación sexual sin haberlo deseado.

Según la denunciante, su veterinario se negó a hacerle una receta de Imalgene -a base de ketamina y que se usa en mascotas- pues le explicó que se trataba de una droga de última generación.

Entonces, el psiquiatra A. A. C. le dio las recetas y la mandó a Los Cristianos, donde otra de las pacientes le dio tanto nuevas recetas como un sobre con el medicamento. Los encuentros fueron solicitados siempre por el facultativo. Tras años de tratamiento, ella se convirtió no solo en paciente, sino en alumna del denunciado en la terapia que éste creó. Cuando se inició esta relación, estaba fuertemente medicada y A. A. C. acabó por convertirse en la persona más importante de su vida, el que la ayudaba ya que ella se había distanciado de su círculo más cercano.

La mujer se sentía mal. Cada vez que terminaban los encuentros sexuales se quedaba con un sentimiento de vacío, ya que A. A. C. le decía que se fuera. La denunciante manifestó ante la juez que llegó a tomar drogas como cannabis, éxtasis, ketamina y MMDA sin saber lo que eran.