"Los minutos de silencio absoluto que reinaba entre los restos del edificio derrumbado fueron impresionantes, al tiempo que decenas de personas paraban en sus tareas de rastreo. Los perros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) buscaban a los desaparecidos, y el silencio reinaba también entre los centenares de personas que estaban en torno al solar del edificio que se cayó en Los Cristianos. Todo inmovilizaba. Se te encogía el alma en esos momentos que esperaban oír a un superviviente". Así lo describieron varias personas que, en distintos campos de trabajo, estuvieron en el lugar del siniestro.

Los Bomberos del Consorcio de Emergencias de Tenerife no estaban solos. Se sumaron entre otros, miembros de la UME y de su unidad de perros y de guías de la unidad USAR; bomberos de los Consorcios de Gran Canaria y de Lanzarote; bomberos de Las Palmas de Gran Canaria; las policías Local y Nacional; personal del Servicio de Urgencias Canario (SUC) y del Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (Cecoes)-112; Protección Civil; Guardia Civil; miembros de Ayuda de Emergencias Anaga (AEA); y conductores de camiones y tractores, que trabajaron en la retirada de escombros.

"Es imprescindible y siempre hace falta la formación, en éste y otros tipos de servicios. Sin embargo, lo más importante es la coordinación entre los distintos cuerpos de bomberos y otros equipos de emergencias", afirmó el cabo de los Bomberos del Consorcio de Emergencias de Lanzarote Luis Perdomo Morales, quien agregó: "En Los Cristianos hubo muy buena coordinación entre todos los agentes".

Un mismo uniforme

El sargento del Consorcio de Gran Canaria, Jesús Madero, también resaltó la buena coordinación. "Había un gran trabajo entre los bomberos de los distintos cuerpos bomberos, y demás equipos de emergencias, como si fuéramos del mismo equipo. Daba igual el color del uniforme", manifestó.

Luis Perdomo, de Lanzarote, puntualizó que "aprendimos cómo trabajar en estos siniestros y en cómo coordinarnos. Ayudamos a los compañeros de Tenerife, que estuvieron cinco días trabajando. Había un riesgo para nosotros, pero estaba controlado". Perdomo fue a Los Cristianos con sus compañeros Raúl Rodríguez, Alejandro Melián, Juan Ramos, Santiago Montesdeoca y Cristóbal Jesús Gil.

Claudio Marrero, cabo de los bomberos de Las Palmas de Gran Canaria, también fue al municipio de Arona junto a los cabos Faustino Ramírez, Isidro Roque, Ignacio Medina, Rogelio Rodríguez; y los agentes Daniel Ojeda, Juan Jesús Romero, Iván Cabrera, Jerónimo Brito, y José Luis Velázquez.

"Soy instructor de los bomberos capitalinos y del Gobierno de Canarias, en el dirección general de Seguridad y Emergencias. Edité un libro. He dado cursos en la Isla y también en Lanzarote. Isidro, Ignacio y yo estuvimos en el servicio relacionado con los derribos en 2006 del muro y de casas de la calle Pancho Guerra, en San Antonio, que dejó tres muertos. Esta experiencia me empujó a formarme y a ser instructor de este tipo de siniestros", explicó Marrero.

En relación a los objetivos a largo plazo que tienen los bomberos de Las Palmas de Gran Canaria, Claudio Marrero destacó que se trata de que "los 140 bomberos del cuerpo sepan sobre este tipo de siniestros; y que contemos con una unidad de perros de búsqueda de personas".

"Todos vivimos el estrés que suponía buscar a los supervivientes. Llegamos a las 28 horas después del derrumbe. Sabemos que, por lo general, el ser humano aguanta 72 horas sin comer, ni beber. Los bomberos de Tenerife hicieron un gran trabajo. Su jefe, Salvador Reyes, coordinaba a todos los cuerpos de bomberos", dijo Marrero, que explicó que, a su juicio, influyó mucho y mal "el hecho de que los pilares y los forjados se rompieran en muchos trozos redujo mucho las opciones de que hubiese supervivientes. Por lo general, se parten en dos o tres partes, lo que permite que haya oquedades. En este caso no fue así".

"No me muevo de aquí"

Jesús Madero, sargento del Consorcio de Gran Canaria, destacó la entrega de todos los bomberos. "Todos se entregaron mucho. Un bombero de Tenerife, del parque de San Miguel, exclamaba 'no me muevo de aquí hasta que sepamos dónde está el último hombre [fallecido] que buscamos".

Sobre el riesgo de que se repita este derrumbe de tal magnitud de un edificio, como el edificio de apartamentos que parcialmente se cayó en San Agustín, en agosto de 1995, con la muerte de un niño, Madero recordó que "hay riesgo, claro que sí. Igual que se revisan los coches, por ejemplo, los Ayuntamientos deberían volcarse en la revisión de los edificios, como propuso el colegio de Arquitectos".

Del Consorcio de Gran Canaria, intervinieron, además de Jesús Madero, los bomberos Jesús Martínez, Alberto Armas, Eduardo Pérez, Alexis Medina, Adrián Castillejo y Ángel Gutiérrez; los cabos Raúl Santana, Ismael Mejías y Mario Díaz; Rodolfo Umpiérrez, responsable del área de prevención gestión de riesgos; y el gerente Francisco Pérez.