La niña de tres años que fue atropellada en la capital grancanaria el pasado viernes por la tarde continúa ingresada grave en el Hospital Materno Infantil.

Las importantes heridas en la cabeza hicieron temer lo peor al personal del Servicio de Urgencias Canario (SUC) que estabilizó a la menor y la trasladó al Materno, pero los médicos de la UMI, donde está ingresada, la han inducido al coma y las lesiones parece que evolucionan de forma favorable dentro de la gravedad de la situación, explicó ayer un familiar.

Fue un día muy duro para los padres de la pequeña y de sus parientes, que estuvieron toda la jornada pendientes de la evolución de la niña, con el corazón en un puño mientras esperaban en la sala del hospital. La menor, al parecer, no tienes lesiones en otras partes del cuerpo, sólo en la cabeza, pues el coche la golpeó de lleno en esa zona dada su pequeña altura.

Ocurrió sobre las 19.15 horas en la avenida Pintor Juan Guillermo, en el barrio capitalino de La Minilla, muy cerca de las terrazas del centro comercial, donde cada tarde se congregan numerosos clientes y vecinos para disfrutar de un rato de evasión. Según varios testigos presenciales, un grupo de niños cruzaba en esos momentos la calle, a unos diez metros del paso de peatones. El conductor, de unos 25 años, hizo la parada correspondiente, reanudó la marcha y atropelló más adelante a la menor, que se había quedado rezagada del grupo, donde también había adultos. Todos iban hacia el jugador de la Unión Deportiva Las Palmas Jonathan Viera con la intención de pedirles autógrafos y sacarse fotos.

Lleno en las terrazas

El Centro Coordinador de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias (Cecoes), tras recibir varias llamadas, envío dos ambulancias, una de soporte vital básico y otra medicalizada, al tiempo que varias unidades del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Local se hicieron cargo de la situación. Fue esta última la que instruyó el atestado y le tomó declaración al conductor, un chico de unos 25 años que manejaba un Ford Focus y estaba abatido por lo ocurrido.

El accidente causó un gran alboroto en los alrededores del centro comercial, que los viernes por la tarde suele estar lleno de padres con sus hijos. En esta ocasión se celebraba un cumpleaños en una de las terrazas. De hecho, el padre de unos de esos niños, médico de profesión, se acercó a echar una mano nada más ocurrir el desgraciado atropello. Cuarenta minutos después de lo sucedido, Viera seguía en la acera atendiendo a los últimos seguidores. No quería dejar a nadie atrás, pero estaba muy afectado. La desgracia aún flotaba en el ambiente.