Los investigadores y la acusación particular tienen claras sospechas de que Miguel Ramos Quesada, expareja de la vecina de La Paterna Juana Ramos, desaparecida desde el pasado día 20 de agosto, supuestamente la mató o dejó inconsciente en El Puertillo, en el municipio de Arucas, la metió en un vehículo y presuntamente la tiró después al mar, exactamente en la zona conocida como el camino del Guincho, que está entre la Granja del Cabildo y Punta de los Palomares, en la costa aruquense. Es un lugar escondido, sin alumbrado público, frecuentado por algunos pescadores, no a la vista desde la carretera del norte, ni de casas cercanas.

La jornada de ayer fue intensa para los investigadores y también para Miguel Ramos, ya que hubo una reconstrucción de dónde estuvo con Juana Ramos en el día que fue vista por última vez. Tuvo que contestar a todo lo que se le planteaba en el lugar de los hechos.

Las pruebas obtenidas durante las últimas tres semanas por los investigadores mantienen la hipótesis de que Miguel Ramos la mató o dejó inconsciente, para después arrojarla al mar. Aunque el detenido e investigado lo niega todo, la titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número dos de Las Palmas de Gran Canaria, María Auxiliadora Díaz, lo mantiene en prisión provisional acusado de haber cometido un supuesto delito de homicidio o de detención ilegal, ambos delitos castigados con la misma cantidad de años de prisión, entre 10 y 15 años.

Reconstrucción

La juez ordenó el pasado lunes el levantamiento del secreto de sumario y ayer martes presidió una comitiva judicial que realizó una reconstrucción de los hechos y lugares donde, según Miguel Ramos, había estado el día 20 de agosto junto a la comerciante de La Paterna, a la cual, sostiene, llevó después a su domicilio.

Sin embargo, las pruebas niegan que ambos volviesen al citado barrio capitalino. La geolocalización de los móviles, determina que no fueron al barranco de Moya, ni a La Paterna, sino que ambos estuvieron en El Puertillo. A partir de ahí, sólo se halla señal del móvil del investigado, que llegó hasta la zona conocida como El Guincho. En el Puertillo acabó la señal del teléfono de la comerciante. La parte acusatoria particular, llevada por la abogada Gema Ciro Fernández, mantiene la gran importancia de estas pruebas en sus argumentos.

Además, la geolocalización desvela que el cocinero y pescador, que conoce muy bien la costa de Arucas, fue tres veces más en días posteriores a la zona donde se le había seguido la señal el día 20 -el último en el que se supo de ella-, al tiempo que de Juana Ramos no. Al ser preguntado ayer por qué fue a este sitio, el sospechoso afirmó: "Fui sólo a pensar". Sin embargo, esto supone una contradicción en sus testimonios, ya que con anterioridad había declarado que hacía un año que no había estado por allí.

Los investigadores han aportado a la juez un conjunto de informes, mapas, así como cuadros que muestran en dónde fueron localizados los móviles de cada uno, de Miguel y de Juana, en dónde y cuándo.

La titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número dos de la capital grancanaria solicitó ayer que los buzos rastreen la zona costera de El Guincho, donde se cree que la arrojó al mar. Esas búsquedas en el agua podrían llegar hasta a Agaete porque hasta allí llegan las fuertes corrientes marinas. También pidió informes al Instituto Oceanográfico y a la Marina sobre las corrientes que existen en esta zona de acantilados. También pidió que especialistas inspeccionen el terreno próximo a estos acantilados, por si pudiera recoger alguna prueba.

Miguel Ramos, durante el recorrido a El Guincho, demostró que conocía bien el lugar. Negó a la juez que haya tiburones. "No hay tiburones, pero sí marrajos". No es sólo cocinero como profesional, sino que también es pescador, con gran conocimiento en esta materia.

El sospechoso, acompañado de policías, subió a una furgoneta blanca y realizó, pasadas las diez de la mañana, un largo itinerario por la costa norte de Gran Canaria.

La comitiva judicial, que se desplazó en varios vehículos, estaba formada, entre otros, por la juez, el fiscal, los investigadores, el detenido y los abogados de las dos partes. Salió de la Ciudad de la Justicia y se dirigió primero al barrio de La Paterna. Después, el destino fue el barranco de Moya, donde según el arrestado había estado acompañado de Juana Ramos. El investigado se mostró serio y frío, según la parte acusatoria particular, aunque también estuvo colaborador, sobre todo, al responder a la mayoría de las preguntas que se le formularon, en especial la jueza.

Tras la corta visita a la vivienda en La Paterna de la desaparecida y al barranco de Moya, el sospechoso y la comitiva judicial fueron a su vivienda, sita en Bañaderos. Después, a la Granja del Cabildo, a Las Salinas, Punta de los Palomares, y a la zona llamada El Guincho, con dos paradas. Esta última es donde se sospecha que arrojó al agua a la víctima. Por la tarde, varios agentes de la Guardia Civil hicieron una inspección cuidadosa de la zona, según aseguraron dos pescadores.

Finalmente, la comitiva regresó a los juzgados pasadas las dos de la tarde, y Miguel Ramos Quesada fue llevado de vuelta al centro penitenciario.

Los medios de comunicación pudieron seguir los vehículos de esta comitiva durante el recorrido por el norte de la Isla, aunque en determinadas zonas, los policías acordonaron, como en El Guincho, para que no accedieron los periodistas.

La nueva situación de este caso, tras la orden de levantamiento del secreto del sumario y la reconstrucción de los lugares donde estuvieron Juana y Miguel, el último día del que se sabe de ella, ha abierto nuevas puertas y pistas para la familia de esta vecina de La Paterna.

El sobrino de ella y portavoz de la familia, Samuel Falcón, considera que "estas pruebas reafirman" sus sospechas de que su tía "nunca llegó a su casa, después de haber estado con su exnovio ese día"." Siempre nos extrañó la frialdad de Miguel, que tardó varios días en sumarse a la búsqueda", destaca. Asimismo, le resulta sorprendente que fuera a El Guincho "tres veces después del día de la desaparición".

"Lo más importante es que nuestro objetivo es saber dónde está mi tía y recuperar el cuerpo, para velarlo y hacer lo que se merecer", concluyó.

Por su parte, Lidia González, portavoz de la familia del investigado, afirmó ayer una vez más que "las pruebas no son suficientes para culparlo. Además, dudo de la eficacia al cien por cien de esas pruebas de la geolocalización de los teléfonos móviles".

Sin embargo, la juez si consideró que existen pruebas suficientes al ordenar su ingresó en prisión.