Fue medallista olímpico en Barcelona 92 pero aún hoy, a sus 48 años, no puede olvidar la manipulación a la que su entrenador de atletismo le sometió. Así lo revela el exatleta Antonio Peñalver, quien asegura que llegó a no poder entender "cómo alguien maravilloso era capaz de hacer cosas que me producían tantísima repulsión". En declaraciones a Radio Marca Tenerife, el olímpico español reconoce que sabe muy bien de lo que habla, pues sigue arrastrando "los problemas derivados del abuso y de toda la maraña que se teje alrededor de la manipulación".

Peñalver, que coincidió con Millán en su club de atletismo y en su colegio en Alhama de Murcia, declaró públicamente haber sufrido presuntamente abusos sexuales por parte del preparador el pasado mes de septiembre, después de que Eduardo (el joven tinerfeño) destapara definitivamente el caso. "Se pusieron en contacto con nosotros para solicitar ayuda porque no se le daba credibilidad a este asunto. A mí me produjo un shock saber que se estaba volviendo a repetir", relata el exdeportista, quien supo que había llegado su momento. "No me podía permitir no hacer lo que estuviera en mi mano para apoyar a este chico. Su denuncia tiene un gran valor ya que está inmerso en la misma sociedad que el verdugo", destaca.

El que fuera subcampeón olímpico de decatlón recuerda que el preparador murciano siguió con él "los mismos mecanismos" que con otros atletas que han testificado. "En un primer momento se convierte en tu segundo padre, en tu hermano, en tu consejero. Absorbió mi vida y se convirtió en una relación idílica. Encontrar a alguien mayor que te entiende y que te ayuda es maravilloso", detalla. Sin embargo, es en ese punto, cuando Millán les hace desaparecer del mundo. "Cortas relaciones con personas de tu entorno por razones que él manipulaba y ves que empieza a tocarte y a hacer cosas", confiesa Peñalver.

Las declaraciones del exatleta se vuelven aún más duras cuando reconoce que sintió que su vida volvía a tener sentido después de que Millán le "volviera a hacer caso". "Después de meses de estar denostado, cuando me vuelve a hacer caso, creí que era porque de repente era buen chico y que algo había hecho bien. Era el sometimiento absoluto", afirma. Peñalver sostiene que después de haber sufrido los abusos "no eres capaz de encajar en el esquema de tu vida. No sabía ni a dónde ir ni qué hacer. Cuando me volvió a hacer caso como entrenador, aunque fuera de una forma menos intensa, pensé que mi vida había vuelto a tener sentido", recalca.

Pero si hay algo que según el exolímpico sobresale de la personalidad del acusado es su gran poder de manipulación. "Todo lo bueno que hacía tenía únicamente un objetivo: crear una imagen exterior y generar las condiciones para poder seguir haciendo lo que ha estado haciendo, que era seleccionar, aislar y convertir en víctimas a chavales que un minuto antes pensaban que estaban en las mejor de las versiones de sus vidas", declara.

Millán lo conseguía. "Sólo te sentías bien si tu maestro te decía que podías estarlo. Me llevaba de fiesta, a casa, a ver películas y todo ese tipo de cosas. Me trataba como a un mayor. Todo hasta que llega un momento en el que aparecen las intenciones verdaderas", destaca el exatleta.

Superación

Según confiesa el exdeportista "hay vidas que se han echado a perder. No lo puedo asegurar pero sé que en Murcia hay casos que aún no han querido hablar porque prefieren mantener los episodios enterrados" sostiene Peñalver. Sin embargo, el murciano persigue el objetivo de conseguir que salgan a la luz todas las denuncias. Para el exatleta, es la única manera "de digerir el acontecimiento para que tenga el menor impacto posible en sus vidas, porque el choque es muy duradero y perverso".

En cuanto a la segunda denuncia, la del otro tinerfeño de 16 años, Peñalver reconoce que hay que darle la enhorabuena. "Hay que animar a que más chicos, tengan la edad que tengan, sean capaces de ver con ojos reales qué es lo que ha pasado. Por dos razones: por ayudar a la causa y que aparezcan todos los delitos que se han cometido; y por otra, por que hasta que no se produce ese clic donde reconoces que todo era un montaje, no empiezas el proceso de sanación", concluye.